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Carlos Semprún Maura

Las peras del olmo

Los socialistas galos, ni siquiera saben, a estas alturas, si están a favor, o en contra, del Capitalismo.

Evidentemente, el acontecimiento más importante ocurrido en Francia, la semana pasada es el arresto de cuatro etarras en Cahors, capital provincial del Lot, y de su arsenal explosivo. No voy a repetir los detalles en esta importante captura, ya conocidos por todos, pero quiero insistir en el hecho de que la policía francesa sigue en alerta, activa y eficaz, más incluso que la española, en su lucha contra ETA, considerada, según palabras de un juez antiterrorista francés, como la banda terrorista más peligrosa de Europa. Está visto y comprobado una vez más, que las autoridades francesas se han tomado en serio la voluntad de ETA de conquistar Biarritz –y el resto–, y de la debilidad del gobierno Zapatero, con su farsa de “política antiterrorista”. Si hemos podido criticar la “tolerancia” francesa con ETA, hay que felicitarse de que eso haya terminado, incluso cuando el gobierno zapaterista intenta hacer suyos los éxitos del antiterrorismo francés.

En cuanto al resto, sin novedad en el frente, la “apertura” de Sarkosy hacia los tiburones del PS sigue haciendo estragos en las filas socialistas; sólo falta que contrate a Segolène Royal. Después de Jacques Attali, ex consejero predilecto de Mitterand, encargado de presidir una comisión sobre algo así como el desarrollo económico, el veterano Michel Rocard también ha aceptado formar parte de otra comisión gubernamental para “revalorizar el oficio de profesor”, en las catacumbas de la enseñanza. Eso no le impidió ir a La Rochelle, a lo que llaman “universidad de verano del PS”, que no pasa de ser una reunión con voz, pero sin voto, del partido. Los militantes sociatas presentes le abuchearon a su llegada por esa traición “comisional”, pero terminaron por aceptarle, más o menos.

Los medios galos han subrayado la ausencia de los históricos elefantes: Fabius, Jospin, Strauss-Kahn Lang, Aubry, otros, y la vedette –en el país de los ciegos, los tuertos...–, fue por lo visto, Bertrand Delanoe, alcalde de París. Una vez más he tenido que constatar la frivolidad de los medios: señalan que su discurso fue muy aplaudido, pero sin decir lo que dijo. Lo poco que oí y ví, me pareció de una banalidad portentosa, pero, desde luego, menos que el discurso de apertura de Segolène Royal: “somos buenísimos, unidos haremos maravillas y venceremos”.

En el reparto previsto, la ex pareja se repartía los papeles: ella, la apertura; François Hollande, la clausura. Y el domingo por la mañana el aún primer secretario, soltó un discurso “sarkosista”, exaltando las virtudes del trabajo, criticando las 35 horas, queriendo apoderarse de los temas de Sarkosy, desde luego con otra jerga, más “social”, y el profundo argumento filosófico, o casi, de que ellos, puesto que son de izquierda, harán lo mismo, pero mejor. Un desastre anunciado. Los socialistas galos, ni siquiera saben, a estas alturas, si están a favor, o en contra, del Capitalismo.

Mientras tanto, la mayoría se prepara a perder las elecciones municipales en París el año que viene.

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