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Álvaro Vermoet Hidalgo

¿Por qué hay más fracaso escolar cuando se exige menos?

Esta semana la OCDE ha acreditado, otra vez, que España sigue a la cabeza del fracaso escolar, pero la única preocupación del Gobierno es imponer en el Bachillerato aquella Reforma que hace ya quince años se cargó la Secundaria

A la Educación para la ciudadanía se le une otra novedad al curso escolar que empieza: el nuevo Bachillerato, que lo que tiene de nuevo es que permite pasar de curso con la mitad de las asignaturas suspensas. Por eso de la flexibilidad, dice Mercedes Cabrera. Veamos a qué se debe este impulso suicida por parte del sector supuestamente escolarizado del Gobierno.

La reforma socialista de los años 90 unificó toda la enseñanza obligatoria en una educación primaria comprensiva en la que se buscaba la igualación social de los alumnos hasta los 16 años, es decir, que no había un máximo de suspensos ni reválidas ni especialización. Este sistema, que conectaba con la Universidad a través del Bachillerato más corto de Europa, parecía que conllevaría mejores resultados "estadísticos". Es decir, aun reconociendo que los alumnos aprenderían menos en la Secundaria porque se les exigiría menos, el sistema LOGSE parecía prometer una mejoría estadística en el número de titulados en Secundaria.

Sucedió todo lo contrario. No se consiguió un mayor número de titulados sólo por reducir la exigencia y extender una educación de nivel muy bajo sino, al contrario, el récord histórico en abandono escolar, es decir, con una Secundaria más fácil y larga más alumnos que nunca dejaron inacabados sus estudios. La razón: al desaparecer los incentivos al esfuerzo no sólo el nivel baja sino que muchos alumnos que necesitan verse obligados a estudiar no sienten ninguna exigencia y, aun bajando el nivel, acaban dejándolo. Y lo más grave es que se sabía que iba a aumentar el fracaso escolar porque ya había pasado en el Reino Unido. Pero ahí los laboristas rectificaron; Tony Blair y David Blunkett rechazaron el sistema comprensivo tras su hundimiento porque les importaba más la educación que el socialismo. En España el PSOE no rectificó ni se fijó en el Reino Unido cuando éste desertó de la comprensividad, lo que prueba que el sistema británico no era el modelo, sino la coartada.

Pese a todo, en los 90 se mantuvo ese cortísimo Bachillerato de dos cursos, que en realidad era uno y medio (y ese medio estaría llamado a convertirse en un curso de preparación de una prueba de Selectividad que se iría haciendo cada año más fácil tras la caída demográfica). Aunque sólo fuera por no ser obligatorio y porque había que graduarse en la ESO, además de por los planes de estudio, el Bachillerato sí acreditaba unos conocimientos porque sí conllevaba un esfuerzo y un aprendizaje más exhaustivo. El Bachillerato servía para introducir al alumno, por primera vez en su vida, en la cultura del esfuerzo. En adelantar la "meritocracia" un curso y medio antes de la Universidad, como una suerte de concesión de la utopía comprensiva a las demandas del profesorado.

El PP quiso reforzar ese Bachillerato, el único nivel educativo que más o menos funcionaba, y aplicar algo parecido en la Educación Secundaria. Para reforzarlo, estableció una Prueba de Conocimientos que garantizaría unos contenidos comunes en toda España y homologaría el Título de Bachiller. Además, Pilar del Castillo quiso adelantar esa cultura del esfuerzo dos cursos, creando un "mini-Bachillerato" desde los 14 a los 16 años más parecido al Bachillerato que a la Secundaria, algo que ya había planteado Esperanza Aguirre siendo Ministra. Pero ese mini-Bachillerato suponía una fractura de la utopía que la Izquierda no podía permitir.

La ley educativa de Zapatero, que se hizo para derogar la reforma del PP antes de que entrara en vigor y en la cual se coló Educación para la ciudadanía, no tocaba el Bachillerato que dejó la LOGSE hace quince años. Sólo dos cursos y sin una prueba al final, eso sí, pero no se disolvía en el modelo comprensivo que volvía a la Secundaria. Pero aprobada la nueva Ley, es decir, restaurada la LOGSE, el Gobierno, por decreto y violando su propia LOE, ha reformado el Bachillerato, permitiendo que los alumnos que suspendan el primer curso sólo repitan las materias pendientes, en un curso-puente, con materias de segundo. Es decir, que se puede dejar medio Primero, hacer un curso puente y terminar con un tercer año, si no se repite el curso-puente. O sea, el mismo Bachillerato de dos cursos puede hacerse ahora en cuatro años y sin prueba al final.

Esta semana la OCDE ha acreditado, otra vez, que España sigue a la cabeza del fracaso escolar, pero la única preocupación del Gobierno es imponer en el Bachillerato aquella Reforma que hace ya quince años se cargó la Secundaria, para que los alumnos no tengan que esforzarse demasiado. Hace poco oí a Ana Pastor decir que lo que pretende el Gobierno es, al hacer más fácil el Bachillerato, mejorar las estadísticas para cumplir los objetivos de Lisboa en relación al porcentaje de bachilleres. Pues bien, como les pasó con la LOGSE, sucederá todo lo contrario. Habrá menos bachilleres y sabrán menos. Muchos alumnos dejarán para el año siguiente la superación de materias y, de ellos, como sucedió con la Secundaria, la mayoría no llegará a titular. Un Bachillerato más fácil hará fracasar a más alumnos, y será devastador para quienes sólo tienen la escuela pública como instrumento de promoción social. Eso sí, los socialistas rematarán por fin aquella grieta en su utopía que dejaron hace quince años. Y, como entonces, a sabiendas de las consecuencias.

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