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José Vilas Nogueira

Homenaje a Raúl y Fernando, ultimas víctimas de ETA

Mientras tanto, el asesinato de Raúl y Fernando pasará a ser una cuenta más del sangriento rosario de las víctimas del terror etarra. Mientras tanto, seguirá siendo "políticamente incorrecto" denunciar a los criminales.

No cabe escribir de otra cosa. Los medios de información son hoy trompetas del Apocalipsis. La bestia ha subido del abismo, ha hecho guerra contra dos guardias civiles y los ha matado. Los dos jóvenes, Raúl y Fernando, recababan desarmados información para protegernos de los hijos de la bestia. Estos soldados de Satanás les han descerrajado, por la espalda, dos tiros en la nuca. Pero, algún día, el espíritu de vida enviado por Dios se reintegrará en los despojos sangrantes, hoy aun calientes, de los dos testigos, y se levantarán sobre sus pies. Y una gran voz del cielo les dirá: subid acá, y caerá gran temor sobre los hijos de la bestia y la desolación de la muerte herirá a muchos de ellos.

Tal ha sido el trueno de las trompetas que el presidente del Gobierno se ha rendido a su fragor y ha condenado en duros términos, insólitos en él, el asesinato etarra. Ha telefoneado al líder del Partido Popular y ha convocado a los portavoces de todos los partidos parlamentarios, para una común y conjunta condena del crimen. Ojalá la condena fuese sincera. Pero no conviene hacerse ilusiones. Esta asamblea no es el coro de los veinticuatro ancianos, sino un corrupto sanedrín, donde sientan no pocos sepulcros blanqueados, cuya boca proclama al Señor, pero cuyo corazón está entregado a la bestia. Y todavía son más en él, los mercaderes ruines, entregados a la sangrienta contabilidad de convertir en votos la vida de los testigos del Señor. ¿Cuántos de estos "progresistas" se seguirán rasgando las vestiduras después de las elecciones? ¿Cuántos seguirán cubriendo de cenizas sus cabezas?

Me temo que no muchos. Me temo que habrá que seguir esperando hasta la completa derrota de la bestia nacionalista, pues escrito está que se le permitió hacer guerra contra los santos y vencerlos. Hasta que Miguel y sus 144.000 ángeles prevalezcan sobre el dragón y los suyos. Hasta que el dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el gran engañador del mundo, que habla grandes cosas y blasfemias, sea arrojado de la Tierra. Pues los que a espada matan, a espada deben ser muertos. Y los adoradores de la Bestia beberán el vino de la ira de Dios, y serán atormentados con fuego y azufre.

Mientras tanto, el asesinato de Raúl y Fernando pasará a ser una cuenta más del sangriento rosario de las víctimas del terror etarra. Mientras tanto, seguirá siendo "políticamente incorrecto" denunciar a los criminales. Pero sus víctimas son bienaventurados en el Señor, porque sus obras siguen con ellos. Y vana es la empresa de hacerlos olvidar (mal que les pese a los hijos de la bestia).

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