Algún colega mío de especialización contrajo con Portillo una inmensa deuda moral que deberá pagarle algún día en cómodos plazos. Por ejemplo, Tomás Roncero, periodista del diario "As", quien, a mi juicio con un optimismo excesivo, llegó a catalogar al chaval en su día como el nuevo "Gerd Muller del Real Madrid". José Antonio Camacho, llamado a filas por Florentino Pérez para, entre otras cosas, dotar a la plantilla de una dosis doble de realismo tras la gira emprendida por las galaxias la temporada pasada, ya le ha dicho a Portillo que lo mejor es que se vaya buscando la vida por ahí, cedido o traspasado a otro club, pero en cualquier caso fuera de la "casa blanca".
De hecho Portillo, uno de los damnificados más evidentes de aquello que dio en llamarse política de "Zidanes y Pavones", se ha quedado sin poder viajar con el resto de sus compañeros hasta Japón. A Portillo podría vérsele de nuevo vistiendo la camiseta del Real Madrid, quién sabe, situaciones más raras que esa se han dado en el mundo del fútbol. De Morientes, por ejemplo, quisieron deshacerse como si fuera un trasto viejo e inútil, situado incluso como tercer delantero centro del equipo, por detrás de Ronaldo y el citado Portillo, después de haber sido durante cinco años el goleador titular. Ahora el "moro" le ha dado sorprendentemente la vuelta a la tortilla y, después de haberse convertido en el máximo goleador de la Champions League con el Mónaco francés, ha vuelto para quedarse, cortando así de raíz la única posibilidad que tenía Portillo de permanecer un año más en la capital de España.