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No comprendo absolutamente nada. Dice la "Spice pija" que la ciudad de Madrid le huele a ajo y sin embargo echa de menos los "fish and chips", la comida china y las hamburguesas del "Mc Donalds". Si yo estuviera en su piel, Madrid no me olería a ajos sino a chamusquina. No había más que ver el otro día la cantidad de "misses" que –ordenadas por estatura y color del pelo– salían de microbuses fletados sólo Dios sabe dónde, cogiditas de la mano como si aquello fuera una excursión organizada por los "tiones" solteros de Plan pero con un destino claro: el chalet de Ronaldo, auténtico ideólogo y cerebro gris de todos estos ágapes internacionales.

En una reedición clara de aquella mítica escena del camarote de los hermanos Marx, allí entraron (y cupieron) Beckham, los Figo y los Raúl, Vieri o Emerson, y de allí salieron Esther Cañadas, Vania Millán y una señorita llorando a moco tendido porque al parecer el delantero brasileño la había dejado por otra, presuntamente la propia señorita Millán que fue captada por los fotógrafos con una amplísima y felicísima sonrisa dibujada en su bonito rostro. Sólo faltaba el propio Groucho diciéndole a la manicura aquello de "córteme usted las uñas y así ganaremos espacio". En Madrid aquella noche no olía a ajos sino a "Chanel nº 5".

Yo creo que, o bien Queiroz se coloca un "piercing" o ese vestuario lleva todas las trazas de comerse al portugués por los pies. Después del fiestón conmemorativo del vigésimo séptimo cumpleaños del "9" madridista, éste optó por no acudir al entrenamiento previsto para la mañana siguiente. ¿Motivo?... Desconocido. El entrenador portugués se quejaba de vicio cuando, después del 2-0 de Mestalla, decía que no había habido "inspiración ni transpiración"... ¿Qué no hubo transpiración?... Eso fue porque el "mister" no se pasó por el chalé de Ronaldo. Ahora recuerdo con cierta melancolía aquellos tiempos en los que Fabio Capello ni siquiera consentía a sus futbolistas que se tiraran miguitas de pan durante las comidas. Del acuartelamiento espartano directamente a las noches del Joy Eslava. Sin transición. A este Real Madrid sólo puede apartarle de sus objetivos deportivos el "circo" que se está montando a su alrededor y al que contribuye –yo creo que involuntariamente– la presencia de David Beckham en la ciudad. Lo dicho don Carlos, póngase usted un "piercing" o tíñase el pelo de colores. O hable alto y claro, porque si no los futbolistas se lo van a comer. No sería el primero.


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