Menú
Lucrecio

Las historias del narrador

Unos meses antes de ser galardonado con el Premio Cervantes de las Letras Españolas, José Jiménez Lozano dictaba un ciclo de conferencias en la Residencia de Estudiantes de Madrid, a lo largo de las cuales reflexionaba acerca de la difícil relación que el escritor mantiene con su propia disciplina. Éstas que ahora aparecen, muy bellamente editadas por la propia Residencia, bajo el título de El narrador y sus historias.
 
Con toda la vivacidad de la exposición oral resonando en textos de una factura literaria –como es habitual en él– exquisitamente depurada, Jiménez Lozano vuelve aquí sobre algunos de sus más perseverantes amores literarios. De Cervantes a Faulkner, con una conmovedora incursión a través de los fantasmas de Dostoyevski. Quienes deseen hacerse una idea general de lo que la literatura ha representado en la obra y biografía del último Premio Cervantes tiene aquí un hilo conductor esencial: un hombre es, en lo esencial, los libros a lo largo de los cuales se configuró su percepción estética, sí, pero, quizá en mayor medida, la red de estupores y paradojas de los cuales está tejida su conciencia moral.
 
En un inicio del siglo XXI, en el cual es el libro mismo el que, a costa de haber dado en trocarse en mercancía efímera, parece naufragar en algo sin sentido, Jiménez Lozano recupera una visión de reciedumbre moral y literaria extrema. Escribir, aunque ya ni sepamos demasiado bien para qué. Escribir, como deber moral de quien ya ni siquiera sabe si quedará memoria alguna de los libros. Escribir contra los lugares comunes. Y sospechar siempre de ese yo mismo que escribe.
 
Al final de su última conferencia, Jiménez Lozano lo cristaliza todo en uno de sus ascéticos poemas, el que lleva el título de Belleza:
 
“No había nada en aquel tapial de barro
donde poner los ojos.
‘¡Ten cuidado!, me dijo Juan de Yepes.
‘No admitas complacencias, la nada es muy hermosa.
¡Ve con cautela!'”

En Sociedad

    0
    comentarios