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Ricardo Medina Macías

Chávez y la lógica, enemigos a muerte

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, gastó cuantiosos recursos fiscales para ir a Monterrey, echó bravatas contra Chile y Estados Unidos, vituperó al FMI, modificó la historia reciente para exhibirse como víctima de conjuras rocambolescas y terminó diciendo que esas reuniones no sirven para nada. Chávez parece una mala imitación de Fidel Castro. Lo que en el cubano es efecto teatral hábilmente calculado, en el venezolano es cháchara desordenada y contradictoria.
 
Recientemente, Chávez amenazó con que usaría las reservas del Banco Central de Venezuela para otorgar créditos agrícolas. Desde luego, los funcionarios del banco se opusieron a esa aberración financiera y jurídica. Trataron de explicarle a Chávez que el crédito de Venezuela frente al resto del mundo depende de las reservas de divisas, que si el gobierno puede colocar bonos de deuda en el exterior es gracias a que existen las reservas y que éstas están, de acuerdo a las prácticas universales de todos los bancos centrales, para respaldar la moneda y los compromisos de pago del país. No habrán tenido mucho éxito en persuadirle porque Chávez habla mucho pero no escucha a quienes corrigen sus desmesuras.
 
Así las cosas, Chávez llegó a Monterrey para asistir a la cumbre de mandatarios y de inmediato se convirtió en fuente inagotable de declaraciones disparatadas. Primero, ofendió a Chile diciendo que apoyará, contra viento y marea, la demanda de una salida al mar para Bolivia a costillas de Chile, y asegurando que el gobierno chileno participó activamente en el intento de golpe de Estado en su contra, en abril de 2002. A los pocos minutos, la ministra chilena de Relaciones Exteriores, Soledad Alvear, le desmintió leyendo un comunicado donde le recuerda a Chávez que el gobierno de Ricardo Lagos condenó entonces en la OEA y de inmediato cualquier ruptura del orden jurídico en Venezuela. Alvear clavó la puntilla al evocar que el propio Chávez, apenas reinstalado en el poder, habló por teléfono con Lagos para agradecerle su apoyo en ese trance.
 
Después estuvo mariposeando afuera del salón, donde entrevistaban al director gerente del Fondo Monetario Internacional y al presidente de Argentina, Néstor Kirchner, incordiando a los periodistas con sus diatribas contra el FMI y sus sueños guajiros de un FHI, Fondo Humanitario Internacional. Más tarde, supongo que fastidiado porque ya nadie lo toma en serio, declaró tronante que esas reuniones "no sirven para nada". Son sólo encuentros sociales para las sonrisas y las fotografías protocolarias, dijo muy orondo.
 
Me imagino que en ese momento, el aparato que mide las tonterías verbales de políticos encumbrados se puso al rojo vivo y estalló. Si son tan inútiles tales reuniones, ¿para qué gastar los recursos fiscales de su maltrecho país en asistir a ellas y perorar a diestra y siniestra? Por lo visto, la guerra que Chávez le ha declarado a la lógica es sin cuartel y sin clemencia para los soldados enemigos.
 
© AIPE
 
Ricardo Medina Macías, analista político mexicano

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