Se lo están poniendo a huevo a Paco Roig. La decisión de Jaime Ortí de solicitar por sorpresa ante el Comité Español de Disciplina Deportiva la suspensión cautelar de los acuerdos adoptados por el Comité de Apelación sobre el madridista Luis Figo y los béticos Fernando Varela y Benjamín Zarandona —una decisión inédita hasta la fecha en el fútbol español— arrastró premeditadamente al Valencia a un callejón sin salida cuando sólo faltan cuatro jornadas para el final de la competición. Deduzco que Ortí era plenamente consciente de que el CEDD sólo podía decirle lo que le dijo (la petición del Valencia supondría, entre otras cosas, la imposición anticipada de una sanción no impuesta por la vía federativa) porque, de lo contrario, don Jaime ni siquiera podría ser presidente de su comunidad de vecinos; interpreto, pues, que Ortí prefirió quemar al Valencia si con ello podía venderles a sus socios un gesto tan fantasioso como estéril. Hoy el Valencia está más solo que ayer, pero, con Ortí a la cabeza, menos que mañana. Y, de paso, acaba de añadir otro peligroso enemigo a su lista: Manuel Ruiz de Lopera.
Pedro Cortés acabó de rematar la faena marchándose a la Federación para, según él mismo reconoció después, decirle a Ángel Villar todo lo que le tenían que decir "incluso fuera de tono". Si fuera cierto que Villar "cocina" la Liga a su antojo en el despacho que posee en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, hoy el presidente de la Federación tendría otro motivo más para hacerle pupa al líder del campeonato. Cortés alardeó en público de echarle la bronca a Villar "incluso fuera de tono", y todo ello a pesar de que posteriormente reconoció a la salida de su reunión que el Comité de Apelación era independiente y no tenía nada que ver con la Federación. ¿Alguien entiende algo?