Supongo que cuando Joan Laporta dice que la temporada del Barcelona ha sido "positiva" estará refiriéndose a las secciones de balonmano, hockey sobre patines, atletismo o baloncesto. Visto desde la óptica desenfocada de un mal culé, lo único positivo que uno puede encontrar en la temporada del equipo de fútbol ha sido el desplome de su enemigo histórico, el Real Madrid. Por lo demás, el Barcelona lleva cuatro años (¡cuatro, que se dice pronto!) sin ganar ni un solo título; este primer año de presidencia de Laporta ha contribuido a alimentar de nuevo la ilusión de los aficionados con Ronaldinho (el mejor de la Liga) y a reordenar el club desde el punto de vista económico. En el plano deportivo, que es justamente el que sostiene tanto la ilusión como la economía, el Barcelona, un equipo acostumbrado a ser el primero, ha sido segundo... ¡Vaya heroicidad!
Es probable que Laporta diga que el año fue positivo porque él esperaba menos aún de lo que ha conseguido. Es tal el desánimo azulgrana que el presidente del club sólo rogó meterse entre los cuatro primeros, dando casi por hecho que Valencia, Deportivo y Real Madrid lograrían plaza en la Champions de la próxima temporada. El arranque en la Liga fue tan calamitoso que nada hizo pensar que el Barcelona consiguiera entrar en la Copa de Europa por la puerta grande, e insisto que el monumental error de Florentino Pérez entregándole el equipo a un novato y la caída libre protagonizada por los merengues, esconde el desastre que ha supuesto la temporada para el club catalán. El Madrid se ha despeñado por ambicioso, (un club grande ha de serlo siempre) pero el Barça se ha conformado con las migajas que el Valencia ha dejado en el plato.