El Gobierno socialista está pagando el precio de su pobre estrategia de oposición. Hace tres años el entonces líder socialista, Rodríguez Zapatero, se puso detrás de la pancarta para criticar la llegada del submarino Tireless a Gibraltar. Entonces la demagogia socialista llevó a Zapatero a hacer una "cuestión de Estado" aquella visita provocada por una avería. Ahora cuando el PSOE está en el poder vuelve a ocurrir lo mismo, el Tireless regresa al Peñón, pero ahora -¡eso sí!- todo parece distinto. Entonces era el fin del mundo, ahora es una cuestión que tiene una solución casi administrativa.
En fin, ha sido tanta la demagogia utilizada por los socialistas en los cuatro años de oposición que ahora, cuando están pisando moqueta, no tienen nada fácil una explicación coherente. En el 2001 eran los salvadores de la patria, en cambio ahora optan por una dialéctica facilona, simple e infantil. Entonces todo era lamentable, ahora nada tiene importancia más allá de una afrenta diplomática. Han hecho tanto ruido zafio, han manipulado tanto la realidad que ahora se encuentran acorralados por su propia miseria. Y todavía no han llegado a los cien días de Gobierno.