No se lo que es peor. Un Gobierno atrincherado en sus despachos descolocando al ciudadano cada dos por tres, o un Ejecutivo de vacaciones haciendo declaraciones desde la terraza del apartamento o del chalecito a los medios oficiales o a los amigos, pero sin mover un dedo por los problemas que van surgiendo y afectando a cada uno de los departamentos. La verdad es que este primer verano del Gobierno Zapatero está siendo de aupa. No han levantado cabeza, medio Ejecutivo está desaparecido en sus funciones y el otro medio se dedica a los ya conocidos reportajes en revistas de moda. En fin, un desastre que no hay por donde cogerlo. Eso sí, sólo tienen una cosa en común: mantener el proceso de linchamiento del Partido Popular. Un proceso para el que no descansan y para el que siempre tienen un momento. Al Gobierno ZP se lo han comido las vacaciones y cuando se hacen oír desde algún punto de España es sólo para arremeter contra los populares.
El ejemplo más claro y a la vez más esperpéntico es el lamentable espectáculo al que estamos asistiendo con la ¿política de inmigración? del Gobierno. La secretaria de Estado, Consuelo Rumí, está haciendo un buen papelón con lo que es, desde luego, uno de los más importantes agujeros negros del Ejecutivo socialista. La demagogia utilizada desde la oposición durante los últimos cuatro años le está pasando factura. Un rápido trabajo de hemeroteca saca los colores inmediatamente al actual Gobierno y muy especialmente al ministro del ramo. No es fácil olvidarse de Jesús Caldera cuando desde la tribuna parlamentaria utilizaba demagógicamente la cuestión de la inmigración. La demagogia de entonces por lo que estamos viendo la siguen utilizando, con un pequeño matiz: antes no gobernaban y ahora sus decisiones afectan a todos los españoles. Una cosa es desde la oposición hablar de los "sin papeles"; y otra muy diferente es decir, sin decir, para luego ejecutar desde el Gobierno.