Existe una leyenda urbano-futbolística a propósito de la relación entre Pizo Gómez, en su etapa de jugador del Atlético de Madrid, y los madridistas Michel, Oscar Alfredo Ruggeri y Rafael Gordillo. Según esa leyenda, un día los tres merengues anteriormente citados coincidieron con Pizo en la M-30, una de las vías de circunvalación madrileña y, al reconocerle, empezaron a gritarle desde el coche "¡Pizo eres nuestro ídolo!". Como siempre solía suceder en aquellos casos la maldad se atribuyó al "bad boy" de la quinta del buitre, Michel, extraordinario futbolista que un día tuvo la osadía de marcharse del estadio Santiago Bernabéu dejando con un palmo de narices a los setenta mil espectadores que contemplaban el partido.
Todo lo malo solía atribuírsele siempre a Michel, mientras que Butragueño era el hijo perfecto, el futbolista diez, el marido que todas las madres querrían para sus hijas. De ser cierta aquella leyenda, Michel sabía perfectamente qué resortes tocaba. Pizo era un futbolista generoso sobre el campo y un poco tosco, nada que ver con jugadores como Sanchis, Martín Vázquez o los citados Michel y Butragueño. Y aquel Atlético de Madrid era muy criticado precisamente por el fútbol rácano que protagonizaban el propio Pizo, Bustingorri o el Tato Abadía. Cuando llegaba un Atlético de Madrid-Real Madrid, Michel sabía a quién debía provocar. Y Pizo, claro, saltaba. Todo respondía a un guión establecido previamente, desde la provocación hasta la inevitable respuesta del navarro.