Nadie cuestiona que Ronaldo sea uno de los mejores delanteros centro del mundo... cuando se encuentra en plena forma. En forma sí, en forma Ronaldo es una "manada", como decía Jorge Valdano, pero el caso es que Ronaldo tuvo dos meses patéticos (entre el 16 de enero y el 5 de marzo) en los que no fue él, simplemente desapareció del mapa, y eso perjudicó notablemente la marcha del equipo. Y a pesar de la sequía goleadora de Ronaldo, nadie dudó nunca que tuviera que ser titular indiscutible del Real Madrid, como sí pasa continuamente con Raúl. La diferencia entre ambos es que Ronaldo llegó hace dos días al club mientras que Raúl es el auténtico símbolo madridista.
Nadie en su sano juicio y con ojos en la cara (por lo menos uno, un ojo) puede dudar que Ronaldo, con espacio por delante, es realmente temible. Luxemburgo ha optado ahora por echar el equipo hacia atrás (lo hizo contra el Barcelona y de nuevo repitió, aunque con matices, ante el Levante) y ahí Ronaldo resulta "matador", definitivo, un tiburón del área. ¿Podría jugar así el Real Madrid durante toda una temporada, saliendo en rápidas oleadas?... Eso sería imposible porque el público del estadio Santiago Bernabéu acabaría comiéndose por los pies a entrenador, jugadores y presidente. Y no tendría que ser forzosamente por ese órden. Por otro lado, la opción que maneja Luxemburgo para sustituir a Ronaldo es aterradora: Portillo. Otra cosa bien distinta habría sido si el Real Madrid hubiera conservado a Fernando Morientes. Lo que constata una temporada como ésta es que el Real Madrid necesita un delantero centro complementario del brasileño, y con su misma contundencia. ¿Adriano?... Quizás...