Hasta la fecha los miembros del jurado encargados de otorgar el premio Príncipe de Asturias de los Deportes habían seguido un patrón, un estilo que queda ahora pulverizado al elegir al piloto Fernando Alonso. En 1987 se lo entregaron a Sebastian Coe "por su ejemplar historial deportivo y olímpico", en 1989 a Severiano Ballesteros "por alcanzar el puesto número uno del golf mundial en los últimos años", en 1991 a Sergei Bubka por haberse convertido en "campeón olímpico y recordman mundial en la modalidad atlética de salto de pértiga" o, por ejemplo, en 1992 a Miguel Induráin por haber ganado (en ese momento, luego llegaron otros tres) "en dos ocasiones el Tour de Francia, y el Giro de Italia en el año 1992". Para justificar el premio a Fernando, de quien no tengo la menor duda de que llegará a convertirse en el futuro en uno de los mejores deportistas españoles de toda la historia, Jaime Lissavetzky ha recurrido a una frase digna de aparecer en "Sopa de Ganso: "hemos valorado su trayectoria desde que tenía tres años". ¡Olé!
La decisión del jurado ha sorprendido incluso, según propia confesión, al propio Alonso. Y, excepción hecha de la "marxiana" frase de nuestro químico favorito, la del eterno candidato (12+1 Mundiales de motociclismo) Angel Nieto tampoco ha tenido ningún desperdicio: "A mí me lo darán a título póstumo". Imposible. Según el artículo 8 del reglamento de la Fundación Príncipe de Asturias "el premio no podrá ser otorgado a título póstumo, ni tampoco a los miembros de los Patronatos de la Fundación". Por lo tanto para convencer al jurado del año 2006, Nieto, según éste nuevo patrón puesto en marcha desde hoy mismo, deberá demostrar que él también corría en motocicleta cuando tenía un par de añitos. Y con foto.