No me pilla en absoluto desprevenido que William Álvarez, conocido por todos en el mundillo tenístico como el "pato", dijera el otro día que Emilio Sánchez Vicario sería un fenomenal capitán de Copa Davis. En el año 1990 el propio Emilio, su hermano Javier, Sergio Casal y el citado William Álvarez provocaron un cisma sin parangón en el tenis español tras exigir la dimisión de Manolo Orantes, por aquel entonces capitán español de la Davis, y la exclusión del equipo de Sergio Bruguera. Dos por uno. También se rumoreó en su día que los jugadores que dirigía Álvarez vetaron la participación de Bruguera, nuestro tenista con mayor proyección, en algunos torneos de exhibición.
El "hermanísimo" le ponía así la zancadilla al señor Orantes, santo y seña de nuestro tenis y ganador, entre otros grandes torneos, del Open de Estados Unidos o del Torneo de Maestros. Aquel veto del 90, sin embargo, le vino de maravilla a Bruguera que terminaría ganando Roland Garros en los años 1993 y 1994. Emilio no pasó nunca de ser un doblista correcto, un jugador sin demasiada consistencia sobre la pista. Poco más. Ciertamente al equipo español de Copa Davis nunca le fue demasiado bien con aquella generación de jugadores.