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Jorge Vilches

La Historia nos engañó

¿Por qué es anacrónica la Constitución de 1978, y no los "frentes progresistas", Lluis Companys, los "papeles de la dignidad", el 14 de abril...?

Algo está pasando para que el comportamiento y el discurso del PP sean equiparados con opciones de ultraderecha, antidemocráticas y "neofranquistas". No deja de ser extraño que se reivindique la bondad del Frente Popular, de la II República, o a personajes que nunca pueden ser, para 2006, un referente sostenible de ejemplo democrático. Quizá, podamos elogiar a ciertos políticos en determinados momentos, o estados de ánimo colectivos, espíritus generales o buenismo dialéctico, en situaciones muy concretas de aquellos convulsos años 30. Pero nada más.

No existe la historia que puedo ser, sino interpretaciones de lo que pasó. Y lo que está pasando hoy, a mi entender, dista mucho de ser lo que condujo a España a la Guerra Civil. La resistencia al cambio que está mostrando el PP le está generando "soledad" política, dudas doctrinales, estrategias contradictorias y quebrantos internos. No es alarmante; es lo propio de un partido recién llegado a la oposición. No se trata, por tanto, de agitación compulsiva, tremendismo o golpismo, y menos aún asistimos a la resurrección del ambiente de julio de 1936.

Otra cosa es presentar la política de alianzas del PSOE con la izquierda comunista y los nacionalistas, en clave de "frente progresista" surgido como defensa ante el autoritarismo del PP. Es lo mismo que situar al socialismo como el centro político entre este partido y el extremismo de los independentistas, que estaría justificado por el "anacronismo" del marco territorial y la cerrazón de los populares.

¿Por qué es anacrónica la Constitución de 1978, y no los "frentes progresistas", Lluis Companys, los "papeles de la dignidad", el 14 de abril...? La recuperación de la memoria histórica no deja de ser, al menos en nuestro país, un engaño. El tinte político que hoy se le da a determinados objetos históricos puede ser manipulación, tergiversación, ingenuidad o maldad, pero nunca "recuperación". La gestión de la memoria es el resultado del interés político y de la cultura dominante y, hoy, se reavivan controversias, fantasmas y muertos con una clara intencionalidad partidista. Pero que no nos engañen. La política del PSOE, su deseo de transformar legalmente las reglas del juego, su política de alianzas, la negociación con ETA, la permisividad con el islamismo totalitario y las preferentes relaciones internacionales con dictaduras, no son una respuesta a la actitud del PP. Es una política voluntaria, en la que los dirigentes socialistas son sus auténticos responsables. Porque no hay responsabilidades colectivas ni ajenas, sino propias.

Los referentes históricos han servido siempre para apuntalar discursos políticos, aunque no siempre haya salido bien. "¿Nos han engañado la Historia?", se preguntaba Marc Bloch aquel día de junio de 1940 en el que las tropas alemanas entraron en París. A aquellos franceses sí, sin duda. ¿Y a nosotros hoy?

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