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Ignacio Villa

Mezquindad en la Moncloa

Rodríguez Zapatero gobierna mirando a José María Aznar. No hacen, ni deciden, ni gestionan; sólo remueven y remueven el pasado como única forma de ir tirando en el día a día.

¿Qué se puede esperar de un Gobierno cuyo mayor objetivo, cuya primera preocupación es realizar "informes de prensa" sobre el anterior presidente del Gobierno? Los aparatos de propaganda de Moncloa y Ferraz –no conocen lo que es política de comunicación– llevan semanas filtrando artículos, declaraciones, editoriales de la época en que Aznar era presidente del Gobierno. En una obsesión convulsiva, parece que este gobierno y el partido que lo sostiene sólo saben pensar en el pasado, no entienden de presente y de futuro, alientan y fomentan el enfrentamiento como sí los españoles no tuvieran otras inquietudes.

Este gobierno ha rebasado hace mucho tiempo los mínimos de un ejecutivo homologado de una democracia occidental. Inútiles en la gestión, turbios en las maneras, agrios en las formas y nulos en los resultados. Rodríguez Zapatero gobierna mirando a José María Aznar. No hacen, ni deciden, ni gestionan; sólo remueven y remueven el pasado como única forma de ir tirando en el día a día.

Estamos ante el Gobierno de la intoxicación, de la filtración, del chanchullo, del amiguete, del acuerdo bajo cuerda, del secretismo, del insulto, de la descalificación, del oscurantismo, de la vaciedad y de la nada. No tienen nada que ofrecer y se fijan en los demás. Irak, Prestige y ahora la tregua de ETA son sus principales entretenimientos. Como no tienen nada que ofrecer, optan por lo de los demás. Cuando no hay planteamientos políticos serios, cuando se ha renunciado a los principios, cuando se está dilapidando la unidad nacional, cuando sólo se sabe ceder ante los enemigos de la estabilidad, al final terminan mirándose en los demás.

¿Se figuran que el Gobierno de Aznar hubiera estado dos años haciendo "informes de prensa" sobre la guerra sucia de los GAL? Si el PP se hubiera dedicado entonces a eso, quizá se habría dejado las fuerzas necesarias para entrar en el euro, convertir a España en un país respetado en el mundo o acorralar a los terroristas etarras. Con Zapatero, no hay dudas la mezquindad se ha instalado en la Moncloa.

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