Menú
EDITORIAL

Intelectuales al rescate

los populares tienen dos opciones: o agachan la cabeza, hacen como si no hubiera pasado nada y aguantan hasta que pasa el chaparrón, u ofrecen una respuesta sólida y serena contra los infundios vertidos en el Círculo de Bellas Artes

Una de las constantes en la izquierda cuando se siente acorralada por los hechos es sacar a la palestra al batallón de estómagos agradecidos que siempre le acompañan. Sucedió en los años de la corrupción felipista, cuando las gentes de la cultura entonaban compungidos himnos de resistencia para que el partido del Filesa y el GAL se perpetuase en el poder. Vuelve a suceder ahora con similar precisión y desvergüenza. Lo vimos el mes pasado durante la celebración de los fastos progres de conmemoración del cuarto aniversario de la guerra de Irak. La intelectualidad toda y su necesario acompañamiento de artistas, actores y directores de cine se dieron cita para denunciar ante las cámaras que Aznar seguía siendo esencialmente malo y que el PP era un problema para la democracia.

Porque, y esto es lo más chocante de todo, para estos presuntos intelectuales el problema no es el Gobierno, es decir, el Poder; sino la oposición, el partido que no gobierna y que, por lo tanto, no puede cometer demasiados excesos en política. Es un caso único en Europa y probablemente en todo el mundo civilizado. El partido del Gobierno convoca protestas callejeras y auspicia manifiestos contra la oposición, y lo hace invariablemente cuando se acercan las elecciones para que los numerosos medios adictos a Moncloa amplifiquen las convocatorias.

Si en España tuviésemos un partido opositor dedicado con firmeza a eso mismo, a oponerse, estos ardides pseudoculturales de la izquierda no tendrían mayor trascendencia. Pero, por desgracia, el Partido Popular es muy receptivo a bufonadas como las que los titiriteros perpetran cuando ven a los suyos en apuros. Es más, muchas veces es el propio PP quien sustenta instituciones como la del Círculo de Bellas Artes, sucursal cultural de Prisa generosamente subvencionada por gobiernos populares. Tras la macro operación de recuerdo de la guerra y el manifiesto de marras, el partido de Rajoy se encuentra de nuevo a la defensiva sin necesidad alguna de estarlo. Quien tiene que avergonzarse del estado de crispación política en el que nos encontramos no es el PP sino el PSOE, sus socios y el Gobierno, que son la misma e indistinguible cosa.

Ahora que la "brigada cultural" del PSOE ha salido al rescate de Zapatero, los populares tienen dos opciones: o agachan la cabeza, hacen como si no hubiera pasado nada y aguantan hasta que pasa el chaparrón, u ofrecen una respuesta sólida y serena contra los infundios vertidos en el Círculo de Bellas Artes. Es una cuestión de salud democrática y de poner coto a las intemperancias de una izquierda que se siente investida por un derecho casi divino para retener el poder a cualquier precio.

En España

    0
    comentarios