Menú
Ignacio Villa

Ambiente de fin de ciclo

Este consejo del vicepresidente no deja de tener sentido común. No obstante, lo más importante de la sugerencia de Solbes es que deja claro que estamos en las últimas y que el ciclo de Zapatero está llegando a su final.

Ya no se puede ocultar que estamos viviendo en los últimos estertores de la presente legislatura. Por más que desde el Gobierno y desde el PSOE se intente disimular, el proyecto de Zapatero tiene fecha de caducidad y sus iniciativas están ya en fase terminal. Es cierto que en medio de la campaña de las inminentes elecciones municipales y autonómicas las generales suenan a algo muy lejano que no se sabe muy bien cuando llegará, pero que nadie se engañe: el lunes 28 de mayo comienza ya la cuenta atrás hacia las elecciones legislativas.

Ya dentro del mismo Ejecutivo se empieza a notar el ambiente enrarecido del fin de un ciclo. Hasta el momento ha sido el vicepresidente Pedro Solbes el más claro a este respecto. Para el responsable económico del Gobierno es evidente que los próximos Presupuestos Generales del Estado se van a convertir en un examen imposible de aprobar para Rodríguez Zapatero. Por eso, Solbes ha aconsejado en privado al presidente que adelante las elecciones al próximo otoño. Los nacionalistas se saben fuertes e imprescindibles y, con toda seguridad, apretarán al máximo para sacar todo lo que puedan ante un Gobierno especialmente débil que necesita sacar "como sea" sus últimos presupuestos antes de presentarse a las urnas.

Este consejo del vicepresidente no deja de tener sentido común. No obstante, lo más importante de la sugerencia de Solbes es que deja claro que estamos en las últimas y que el ciclo de Zapatero está llegando a su final. Tanta sinceridad con el presidente del Gobierno no es habitual, y menos cuando éste actúa y se siente por encima del resto de los mortales. Estamos, sin duda, en un momento clave. Nadie se cree ya los discursos de la nada de Rodríguez Zapatero; el presidente ha perdido hace mucho tiempo la poca credibilidad que alguna vez pudo llegar a tener. El presidente se enfrenta, pues, a una de las encrucijadas más difíciles para un político engreído: decidirse por una estrategia que le permita afrontar con toda la solvencia posible las elecciones o creerse que el poder le permite estar por encima del bien o del mal.

Después de las elecciones del 27 de mayo, Zapatero va a entrar en el final de su ciclo, le guste o no. Lidera un proyecto acabado y un discurso ridículo del que ya no sabe ni puede apearse. Tantos meses de mentiras son más que suficientes para que el depósito de gasolina del Gobierno esté en las últimas, y sin tiempo para emprender cambios. Pese a todo, el presidente sigue teniendo en su mano acertar con el calendario electoral. No lo tiene fácil.

En España

    0
    comentarios