Unas 750 personas vinculadas a la Iglesia, laicos, sacerdotes, religiosos, han mostrado, a través de una carta dirigida al obispo de San Sebastián, monseñor José Ignacio Munilla, su malestar y su indignación por lo ocurrido con el franciscano contestarario José Arregui, quien anunció su decisión de abandonar los hábitos y la vida espiritual por el cambio producido en la iglesia vasca y su progresivo alejamiento del nacionalismo
En la misiva, los firmantes, que se presentan como un grupo de personas "amantes de la Iglesia de Jesús", han afirmado que con "la suerte de tratar con 'agua' limpia que anima y enseña a caminar en la verdad, que impulsa a la esperanza, que ayuda a creer que otra iglesia es posible" les sorprende que "a esa 'agua' se le califique de 'sucia'".
Además, han aseverado que "si esas palabras salen del pastor que esperábamos defendiera a sus ovejas, las amara como son y uniendo sus diferencias y experiencias, ayudara a formar un 'rebaño' con miembros diferentes pero en comunión, cuando eso es así, el dolor es más profundo y la esperanza se hace muy difícil".
"En ese caminar nos ayudan personas concretas y una de ellas José Arregui, hasta ahora franciscano y presbítero, y gracias a usted", en alusión a Munilla, "en el exilio de lo que es su vocación y de la llamada que Dios le hizo y le sigue haciendo, aunque ahora tenga que realizar su camino de otra manera", han denunciado.
En la carta se preguntan "cómo puede una persona elegida por la iglesia para ayudar y acoger como Jesús, expulsar a un hermano" y "cómo puede una persona llamada a ser presencia del padre expulsar a un hijo".
Por otro lado, cuestionan a Munilla si no puede "disfrutar con que haya seguidores de Jesús que descubran y nos ayuden a descubrir, la presencia de Dios en nuestra vida diaria" y le recuerdan que "la humildad es necesaria" porque "es la verdad, una verdad que sólo es absoluta si es Dios mismo". "No somos 'agua sucia', somos pequeños manantiales, también José y otros, a quienes ama Dios y va llevando nuestras sencillas y débiles corrientes, al manantial, al río infinito de su conocimiento, o sea de su amor", concluyen.