Otitis

Dr. José Ignacio de Arana Amurrio.

Biografía del Dr. José Ignacio de Arana Amurrio



Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor de Pediatría en la Facultad de Medicina de la misma Universidad. Médico Puericultor del Estado. Técnico Superior de Salud Pública de la Comunidad de Madrid. Ejerce como Pediatra desde hace 35 años en el Hospital General Universitario “Gregorio Marañón”. Miembro de Número de la Asociación Española de Médicos Escritores y Artistas. Autor de veinticinco libros, entre los que se cuentan La salud de tu hijo, todas la respuestas y Diga treinta y tres, anecdotario médico, y de más de 500 artículos en prensa sobre temas médicos y humanísticos. Ha recibido numerosos premios nacionales de narrativa. Ha pronunciado un centenar de conferencias y es colaborador habitual de medios escritos y radiofónicos en toda España.


El oído está dividido en tres sectores. Oído externo, que incluye desde el pabellón auricular hasta la membrana del tímpano. A continuación, el oído medio, que corresponde a la llamada caja del tímpano, con los huesecillos que transmiten las ondas sonoras, las pequeñas cavidades que tiene en su seno el hueso temporal y la trompa de Eustaquio que comunica esta porción con la faringe y permite la aireación de la misma. Y por último, el oído interno que está constituido por las finísimas estructuras nerviosas que por un lado reciben las ondas de sonido y por otro regulan el equilibrio de todo el cuerpo.

Las otitis medias forman el grupo más importante y frecuente de estas afecciones. El tímpano, mientras esté íntegro, representa una barrera casi infranqueable para los gérmenes. La infección llega al oído medio desde el extremo contrario, es decir desde la faringe y fosas nasales a través de la trompa de Eustaquio.

Así pues, es condición previa el padecimiento de una infección en esas localizaciones, si bien ésta puede ser leve y casi asintomática mientras que la inflamación del oído ocupa todo el protagonismo de la enfermedad.

La caja del tímpano es una cavidad de apenas unos milímetros cúbicos de capacidad y con la mayoría de sus paredes rígidas, inextensibles. La presencia en su interior de una mínima cantidad de líquido inflamatorio provoca un dolor agudísimo que se exacerba con los movimientos de deglución.

La única pared de la caja que es medianamente distensible es precisamente el tímpano que se abomba y en los casos extremos llega a romperse, dejando entonces salir a través del conducto auditivo un material mucoso, purulento o hemorrágico que aparecerá en el exterior de la oreja. En el mismo momento en que el tímpano se abre suele desaparecer el dolor sin que eso signifique, ni mucho menos, que el proceso se ha curado. La fiebre en las otitis medias no es elevada y depende del proceso que la originó.

La mayor parte de las otitis medias de la infancia, si son precoz y correctamente tratadas, curan sin complicaciones, incluso las que han llegado a perforar el tímpano, aunque éstas necesitan de control durante un tiempo hasta comprobar que, una vez vencida la infección, la membrana recupera su integridad.

Sólo las otitis muy reiteradas representan un posible riesgo para la audición posterior y es aconsejable entonces acudir, según indicará el pediatra, al especialista otorrinolaringólogo para que practique pruebas especiales y siente la indicación terapéutica que puede ser quirúrgica.

El tratamiento de la otitis media aguda va dirigido por un lado a controlar la infección. Por otro, a resolver las alteraciones locales que han favorecido la aparición de la enfermedad, como la hipertrofia de las adenoides, mediante medicación antiinflamatoria o, eventualmente, extirpación quirúrgica. En caso de otitis de repetición o cuando constantemente la cavidad del oído medio está ocupada por mucosidad, es necesario proceder a una pequeña operación en el curso de la cual se coloca un drenaje timpánico, esto es, unos minúsculos tubos de material plástico que se dejan atravesando la membrana y que permiten la salida de ese contenido anormal; dichos tubos se retiran al cabo de unos meses o el propio organismo acaba por expulsarlos; durante el tiempo que permanecen colocados es fundamental evitar la entrada de agua o cualquier otro líquido en los oídos.

La utilidad de los medicamentos aplicados en forma de gotas a través del conducto auditivo externo en las otitis medias es discutido. Si la membrana timpánica es impermeable esos medicamentos no alcanzarán al oído medio que es donde interesaría que actuasen. Sólo en caso de perforación timpánica tendrían el camino abierto para llegar hasta allí.

También el calor local, con la aplicación de un paño caliente sobre la cara, tiene efecto analgésico. Una preocupación inexcusable en cualquier tipo de otitis es evitar la entrada en el conducto de agua y más aún de agua sucia o contaminada. Por eso es necesario siempre colocar un taponcillo hecho con una pequeña bola de algodón durante el baño y proscribir la asistencia a piscinas mientras dure la afección.

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