Este 8 de marzo no va a ser el inicio de un proceso reformista: va a ser o quiere ser el inicio de un proceso de movilización. Está más visto que el tebeo.
Aquí y ahora, una mujer, cualquier mujer, cobra cero euros menos al mes por realizar el mismo trabajo por cuenta ajena que un hombre, cualquier hombre.
No estoy de acuerdo con la huelga de mujeres del 8 de marzo. No puedo apoyar principios que no me representan como mujer ni como feminista, y mucho menos como persona.
No podemos sino trasladarles nuestra más sentida gratitud y prometerles más de lo mismo: una lucha sin descanso por España y por la Libertad y contra sus enemigos. Con y por ustedes, seguimos.
No se puede estar a los dos lados de la barricada: en el club de los privilegiados y en la movilización de género, tan a la moda, tan progre y tan tal.
Ni los populares tienen musculatura suficiente para ejercer la iniciativa que el sistema le confiere a los partidos de Gobierno, ni los socialistas aciertan con las propuestas que son propias de los partidos de Oposición
Es este socialismo emotivista el que impone su hegemonía y el que ahora, en una penúltima vuelta de tuerca, asume la ideología de género como la superideología oficial del Estado.