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Pablo Molina

Call me Alfredo

Sí, habrá algún advenedizo para cubrir la cuota de exotismo folclórico que exigen esas organizaciones antidemocráticas por definición que son los partidos políticos, pero nada que pueda inquietar a Rubalcaba.

Rubalcaba quiere que ser ahora Alfredo, simplemente Alfredo, en un gesto de cercanía hacia el militante socialista francamente innecesario, porque no es probable que se vaya a ver obligado a disputar unas elecciones primarias con algún riesgo de no salir elegido. Todos los dedos índice del sanedrín socialista le han señalado y a ver quién es ahora el chulo que se atreve a apuntar en dirección contraria.

Las primarias socialistas son un deporte de apariencia democrática para que al final gane Rubalcaba, que es lo que Cruyff dijo en una ocasión sobre el fútbol y la selección alemana sin equivocarse demasiado. La prueba en el caso del PSOE es que nadie con un relativo peso específico se ha atrevido a disputarle al ministro de Interior el puesto que él mismo hace tiempo reservó para sí mismo. Sí, habrá algún advenedizo para cubrir la cuota de exotismo folclórico que exigen esas organizaciones antidemocráticas por definición que son los partidos políticos, pero nada que pueda inquietar a Rubalcaba; perdón, Alfredo queríamos decir.

Francisco Fernández Ordóñez (q.e.p.d.), muy mejorable ministro de Exteriores aunque infinitamente más útil que lo que nos ha venido después con Zapatero, sólo sabía decir una frase en inglés –"call me Paco"–, con la que mal que bien anduvo por esas Europas de Dios derrochando al menos simpatía. "Pacordóñez" tenía la disculpa de que acabábamos de entrar en la CEE y los únicos españoles conocidos eran Butragueño y Felipe González, por ese orden, pero a Rubalcaba lo conocemos ya tanto que incluso dentro de su partido debe resultar bastante raro dirigirse a él como simplemente Alfredo.

¿Alfredo? Ah, sí, Rubalcaba. Exacto, Rubalcaba, el tipo con un pasado terrorífico y un porvenir siniestro que ahora quiere ser "Alfredo", una joven promesa de la política con un futuro prometedor, capaz de ilusionar al votante socialista partidario de la renovación.

 

Al final, friquismos surgidos de las bases aparte, las únicas primarias se disputarán entre "Call me Alfredo" y Rubalcaba. Por supuesto ganará Rubalcaba. A ver entonces quién tiene lo que hay que tener para dirigirse a él solamente como "Alfredo".

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