El actor Agustín Jiménez acaba de estrenar la obra teatral El Apagón en el Teatro Infanta Isabel de Madrid, una comedia alocada que analiza "como nos comportamos" cuando hay un apagón, un momento en el que "se reunían todos en la casa y se quedaban a pasar el momento". Su protagonista estuvo en los micrófonos de Déjate de Historias explicando cómo es la obra, narrada en un tono "muy inglés".
"Es todo lo contrario al teatro, porque tienes que chocarte con los muebles", dijo Jiménez a Maria José Peláez y Yésica Sánchez. La obra se desarrolla en la oscuridad y todo se basa en el truco escénico de actuar y fingir como si todo estuviera a oscuras. "Cuando hay luz nosotros nos vemos, es un juego escénico donde actuamos como si fuéramos a ciegas".
Algo difícil, explicó, ya que cuando una persona te habla tiendes a mirarla. "Es un movimiento mecánico, cuando te hablan, mirar, es un movimiento bastante imbécil" que en esta obra no se puede hacer y por ello da resultados "muy divertidos".
Jiménez, que aseguró que no quiere "morir de éxito", se aprendió el papel en "una semana". "Soy de esos actores de guardia, cuando falla alguien, te llaman", bromeó en Déjate de historias. Pero aclaró: "La memoria me ayuda mucho".
La obra, ambientada en los sesenta, viene de la mano de la compañía Ylana, lo que garantiza la atención hasta el último detalle. "El trabajo corporal es de una precisión de la ópera de Pekín. No te puedes pasar un milímetro más allá, todo está muy preparado, reveló el actor y guionista, que aseguró pegarse "una sudada del quince" con cada representación. "Subo, bajo escaleras. Mi personaje intenta que no se note que ha robado unos muebles, pero está el vecino al que se los ha robado".
Agustín Jiménez también habló de su dilatada trayectoria como guionista en series como Siete vidas o La hora de José Mota, pero reveló que no le gusta escribir. "Lo hago porque me dicen que soy creativo y creo situaciones, pero sentarme me cuesta", dijo a los micrófonos de esRadio. Cuando le quieren "meter en una oficina sentadito", no le gusta. Y por eso suele escribir en bares de barrio.
"Un bar con dos teles, uno con una cosa puesta y otro con otra, mucho humo y que haya ruido y conversaciones". Y es que el "murmullo, el follón" es beneficioso a la hora de buscar ideas. "Necesito desorden para crear", dijo en los micrófonos de esRadio, para a continuación bromear con lo que nos podemos encontrar en un barrio de, por ejemplo, Hortaleza, su barrio: "Los palillos planos están desapareciendo, es una cosa que hay que hablarla"
Además, "en el teatro eres completamente responsable de tu arte, eso me gusta. En la tele están las críticas, las audiencias. El teatro es producto recién salido de la huerta y las críticas se hacen en el momento".