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El crimen real de Níjar que inspiró las 'Bodas de Sangre' de Lorca

Se basó en el crímen de Níjar , inventándose la muerte del raptor y el novio burlado.

Se cumplen 80 años del fusilamiento de Federico García Lorca. Aunque la fecha y hora de su muerte han sido objeto de algunas discrepancias, parece que el asesinato de produjo en la madrugada del 17 al 18 de julio de 1936, a partir de las dos de la madrugada, que es cuando el poeta fue llevado a Alfacar, en el término municipal granadino de Víznar. Su cadáver nunca fue localizado hasta la fecha. Entre búsquedas infructuosas alguien dejó caer la posibilidad de que el padre del poeta de Fuente Vaqueros obtuviera, al término de la guerra civil, el permiso de las autoridades franquistas y a cambio de una fuerte cantidad de dinero pudo haber rescatado los restos para enterrarlos en lugar sagrado. Pero es versión nunca documentada.

La obra de Federico es ya patrimonio universal. Dentro de su dramaturgia puede que el título que más sobresalga sea Bodas de sangre, cuyo estreno se produjo el 8 de marzo de 1933 en el madrileño teatro Beatriz por la compañía de Josefina Díaz de Artigas. Tardó cinco años en dar término al libreto cuyo argumento partió tras la lectura un día en la Residencia de Estudiantes de un suceso recogido en las páginas del diario ABC que sucedió en un cortijo de Níjar, en la provincia de Almería. Aunque se ciñó a los hechos esenciales de aquel drama dejó a su libre albedrío y talento ciertos pasajes que diferían de lo acaecido. El lugar de la tragedia se conoce como el Cortijo del Fraile, en el sureste de la mencionada población, dentro del Parque Natural de Cabo de Gata. Se halla en un estado de ruina total por desencuentros entre sus propietarios y la Administración. Allí, anecdóticamente, se rodaron secuencias de El bueno, el feo y el malo, La muerte tenía un precio y Yo soy la revolución, tres filmes ambientados en un Oeste imaginario. Es Bien de Interés Cultural por resolución en 2010 de la Junta de Andalucía. Lo que no deja de ser un sarcasmo cuando nadie ha logrado que se restaure un paraje de indudable resonancia histórica y literaria.

La Novia, adaptación de Bodas de sangre | Archivo

En aquel Cortijo del Fraile vivía Francisca Cañadas Morales, de veintiséis años, conocida como “Paquita la coja”, en razón a la deformidad en una de sus piernas. Había aceptado casarse con un labrador de nombre Casimiro Pérez Pino, tres años mayor. Boda de conveniencia, algo entonces corriente. No era agraciada ella, y encima con esa desgracia de su cojera, de ahí que su padre le otorgaba una dote, cuya cifra según mis investigaciones varía considerablemente, desde unas míseras cuatrocientas pesetas ¡hasta quince mil, una fortuna! En cualquier caso, mediaba dinero en ese enlace. La noche fijada para la boda, la del domingo 22 de julio de 1928 (entre campesinos también era normal hacerlo a tan intempestivas horas) ocurriría la tragedia. Esperaban en una estancia todos los invitados cuando se percataron de que la novia no aparecía, ante la impaciencia de Casimiro Pérez. Una mujer intervino para comentar haberse cruzado apenas una hora o poco más con la Paca, quien dijo sentirse algo fatigada y que se retiraba a su dormitorio para descansar un poco. La realidad era otra: se había fugado en una caballería con un primo suyo del que estaba locamente enamorada, Paco Montes, atractivo mozo, de familia con buen pasar.

Una pareja se topó con ellos, cuando iba camino del Cortijo del Fraile para la boda. Eran José y Carmen, hermano el primero del novio, y hermana su mujer de la novia. Confirmando José Pérez Pinto que su hermano había sido burlado echó manos de un arma que portaba entre sus ropas, un revólver “Smith” del calibre 9, efectuando tres disparos contra Paco Montes, uno de los cuáles lo hirió mortalmente. Entre tanto, Carmen Cañadas la emprendió con la novia, que iba ataviada con sus galas nupciales, y en su ira estuvo a punto de estrangularla con una de sus prendas. Mientras “Paca la coja” quedaba tendida en el suelo, semi inconsciente, el asesino y su consorte huían del lugar. Entretanto, en el Cortijo del Fraile nadie se hacía cargo de la situación y Casimiro trató de perseguir a la novia fugada al percatarse de que, efectivamente, no se encontraba en el lugar fijado para la ceremonia. Que no se produjo.

Horas más tarde, hallado el cadáver de Paco Montes, y el cuerpo magullado de Francisca Cañadas, las fuerzas del Orden Público procedieron a la detención de Casimiro, de Francisca y más tarde, al ser localizado, José, el asesino. Los dos primeros, los novios que nunca llegaron a casarse, quedaron en libertad y cada uno se fue por su lado entre intercambio de miradas de dolor y desprecio, en tanto encarcelaban a José. Luego les relataremos el final de la historia.

Inma Cuesta en La Novia | Archivo

Pero, ahora vayamos a Bodas de sangre. Federico se saltó a la torera el hecho de que Paca y Casimiro no llegaron a contraer nupcias, porque la novia huyó de la mano de su primo. Pero en la obra sí que consta que son marido y mujer, acaso para acentuar más el desenlace de la historia de amor y muerte. En el reparto, el poeta no les pone nombres a sus personajes, son el novio, la novia, los familiares, la criada, La Luna, La Muerte… salvo el caso del raptor, al que no identifica como Paco Montes, sino que lo bautiza como Leonardo. Pero es el mismo, claro. En el drama, Leonardo es un hombre casado, cuando en el suceso de Níjar Paco Montes era soltero, muy guapo, adinerado. En Bodas de sangre mueren tras una cruenta pelea el novio y Leonardo. En la realidad quien sólo pierde la vida es Paco Montes (ya lo hemos contado, a manos de José, hermano del novio). Por supuesto que el autor está siempre dispensado en una obra de aparente argumento libérrimo, aunque Bodas de sangre fuera inspirada en el suceso ya hartamente explicado, lo que nunca negó, por supuesto, García Lorca. ¿Qué razones lo llevaron a esas alteraciones antedichas? Nunca se supo, o al menos no disponemos de documentación al respeto. Pura licencia lorquiana.

Refiramos, finalmente, qué ocurrió con los protagonistas del drama. En el juicio la novia acusó a quien iba a ser su cuñado, José, de ser el asesino. Labrador, de cuarenta y tres años, José Pérez Pino, fue encarcelado en el castillo de Sorbas, condenado por homicidio a la pena de ocho años privado de libertad, un mes y un día de arresto mayor, el pago de cien mil pesetas de multa y otras diez mil más para satisfacer las costas. A los tres años fue puesto en libertad gracias a los indultos promovidos tras el 14 de abril de 1931, advenimiento de la II República. Poca pena nos parece la que le impusieron. Vivió más de treinta años después del juicio y nada más se supo de sus andanzas. Por cierto: las actas del sumario nunca fueron encontradas. Desaparecieron sin saberse cómo y por quién. Francisca Cañadas, la novia, no dejó de vestirse enlutada a partir de los hechos relatados y se fue a vivir a un cortijo a las afueras de Níjar junto a dos sobrinas. En cuanto al novio, Casimiro, nada más producirse su excarcelamiento, poco después del suceso, fue visto merodear por el centro de Almería. Se casó con Josefa Segura seis años más tarde, tuvo dos hijos y fijaron su residencia en San José, no muy lejos de Níjar. Ni que decir que ni Paca ni Casimiro volvieron a verse nunca ni tampoco comentaron públicamente nunca nada. Sí conocemos, mediante indagaciones, lo que se publicó en El Diario de Almería, tras el juicio en el que fuera condenado su primo y raptor. Fueron estas declaraciones: “Yo no quería a Casimiro, mi novio y sí en cambio estaba enamorada de mi primo, Paco Montes”. Y como se conociera que éste no le hacía caso, tal vez por darle achares, Paca se puso en relaciones con Casimiro.

Otro asunto que fuera objeto de comentarios fue éste: ¿de quién partió la idea de fugarse? Se supo que Casimiro Pérez era amigo de Paco Montes y lo invitó a la boda. Y cuando éste llegó al Cortijo del Fraile se encontró a su prima, la novia. Ella debió aludir que se casaba sin estar enamorada, que con quien le hubiera gustado contraer matrimonio era con él, Paco. Y éste, en un momento de ardor amoroso, le propuso la fuga. Y ella, asintió. Se subieron a un caballo y desaparecieron en la oscuridad de la noche. Lo que pasó después, ya ha quedado más que suficientemente explicado. Y de un crimen pasional, brotó el drama de Federico García Lorca, hoy evocado en el octogenario de su vil asesinato. Acerca del crimen de Níjar se publicarían distintos textos, entre los cuáles quiero destacar el publicado por Carlos de Arce en un volumen de 1988, que resume con documentación precisa todo lo acontecido.

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