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Los malos recuerdos de Cayetano Martínez de Irujo con Jesús Aguirre, que casi arruina a la Casa de Alba

Cayetano no guarda buenos recuerdos de quien a punto estuvo de arruinar a los Alba.

Cayetano no guarda buenos recuerdos de quien a punto estuvo de arruinar a los Alba.
Jesús Aguirre, la duquesa de Alba y Cayetano Martínez de Irujo. | Gtres

Cayetano Martínez de Irujo, el quinto hijo y último varón de la Duquesa de Alba se pregunta por qué sus hermanos le siguen dando la espalda y no asistieron a la misa en memoria de su madre, encargada por él. Sin duda alguna, esa controversia familiar tenga mucho que ver con el libro que publicó De Cayetana a Cayetano, donde contaba intimidades que no fueron del agrado de los suyos. Pero ¿por qué continúa ese rencor?

Cayetano también participó muy recientemente en El Show de Bertín, programa semanal que anima, presenta y dirige el cantante a través de Canal Sur (que con retraso luego emite también Telemadrid). Cuando ya se cancelaron sus entrevistas en TVE y Telecinco, que mantuvo con éxito, ahora mezcla en ese nuevo formato televisivo actuaciones, "sketchs" y encuentros también con personajes conocidos. Tiene el don de arrancar confesiones de ellos mediante una conversación amena y a ratos chispeantes. Bertín Osborne volvió a conseguir unas declaraciones de Cayetano Martínez de Irujo en las que puso como hoja de perejil a quien fue su primer padrastro, el segundo marido de la Duquesa, Jesús Aguirre.

No era la primera vez que sabíamos de esa inquina, pero escucharlo de viva voz, con la sinceridad que siempre le ha caracterizado a Cayetano, resulta impactante: "Estuvo a punto de arruinar a la Casa de Alba. Porque no sabía administrar nada, no tenía la más remota idea. Mi padre sí que consiguió rentabilizar todo el patrimonio que teníamos".

Luis Martínez de Irujo, su progenitor, moriría de leucemia el 6 de diciembre de 1972. Cuando contrajo matrimonio con la Duquesa, supo administrar con acierto cuantas fincas eran de la Casa de Alba, los cultivos, terrenos agrícolas, también la restauración y el estado en que se encontraban castillos y otras propiedades. En conjunto, ese patrimonio era el necesario para afrontar cuantos gastos les acarreaban tales pertenencias. Y así fue cómo las cuentas bancarias de la familia aristocrática pudieron siempre alcanzar un permanente superávit. Pero con la llegada del ex cura Aguirre, todo aquel inmenso trabajo de Luis Martínez de Irujo que nunca quería figurar para nada e iba siempre discretamente un paso detrás de Cayetana, se iba yendo poco a poco al garete. Entonces, ¿se ocupaba de algo positivo el segundo marido de la Duquesa? Dedicó gran parte de su tiempo a tareas relacionadas con el inmenso legado de los Alba, su amplísima biblioteca, sus incontables documentos históricos, que con las nuevas tecnologías y la ayuda de un joven profesor que contrató, sirvieron para informatizar ese valiosísimo archivo. Tarea ingente, inabarcable, necesaria… pero que no aportaba "cash" para decirlo en fino a la economía de la familia, como observaba Cayetano. Era un intelectual y no estaba acostumbrado a las finanzas, a llevar una simple contabilidad, a proyectar iniciativas para aumentar el imperio económico de una de las familias aristocráticas más importantes, la segunda si nos atenemos al criterio de que ostentan la primera los Medinaceli.

Jesús Aguirre había nacido en Madrid el 9 de junio de 1934, aunque muy vinculado a Santander. Hijo de madre soltera, lo que en el franquismo era una mancha social, tuvo que arrostrar una dura existencia en un hogar destruido. La madre no poseía ni dinero ni bienes para afrontar los gastos de una carrera. Jesús ya era de adolescente un muchacho aplicado, de gran inteligencia. Ingresó en el Seminario como tantos otros chicos de familias que no podían costear unos estudios superiores. Aguirre, ya ordenado sacerdote y residiendo en Madrid tras una etapa en Alemania donde hizo acopio de sus saberes teológicos, era en los años 60 un destacado intelectual. Un día se cansó de vestir los hábitos, y su superior, el padre Federico Sopeña no pudo retenerlo consigo disuadirle de aquella determinación. Como tenía amistades de alto nivel, pronto se encargó de ganarse la vida como director de la editorial Taurus, donde consiguió publicar libros hasta entonces inéditos aquí, puede que muchos prohibidos. Hasta la segunda mitad de los años 70, su noriedad estaba circunscrita a círculos intelectuales de izquierda. Nada hacía suponer que el último día de 1977 iniciara una relación con la Duquesa de Alba, que llevaba un quinquenio viuda.

A poco de ser presentados, ambos "se cayeron fatal". La soberbia de Aguirre (no el de "la cólera de Dios") chocaba con el carácter de Cayetana. Pero al ser designado Director General de Música por su trato con el Ministro de Cultura Pío Cabanillas, invitó varias veces a la Duquesa a conciertos en el teatro Real y el Auditorio Nacional. Y de esa común afición musical, les nació el amor. Se casaron a los tres meses, el 16 de marzo de 1978, en el palacio de Liria. La prensa no fue invitada, si exceptuamos el director entonces de El País, Juan Luís Cebrián, muy amigo del novio, que se ocupó de la crónica nupcial. Muchos monárquicos se negaron a asistir a aquella ceremonia: no comprendían que aquel "ex-cura rojo y arribista" entrara en la legendaria Casa de Alba por vía matrimonial. Y aquel odio acompañó en vida al nuevo Duque de Alba consorte. O con suerte, chiste ya muy gastado en otras parejas. La Grandeza de España desconfiaba de aquel "parvenue".

Los seis hijos de la Duquesa de Alba no aceptaron al nuevo marido de su madre. Tampoco él hizo mucho por atraerlos. "Era durísimo con nosotros – apuntaba Cayetano – y a mí me decía que yo estaba bajo su mando. A mis quince años lo que yo soñaba era convertirme en jinete de alta competición y él de antemano me amenazó con no darme un duro para mantenerme fuera de España, cuando ya, cansado, me fuí". De la benjamina, Eugenia, se cuenta que Jesús Aguirre le advirtió un día que si su madre, la Duquesa, enfermaba agravándose su dolencia cardíaca (lo que era absolutamente incierto) la consideraría culpable de cuanto le ocurriera. Tampoco con los demás hijastros mostró mano izquierda (y eso que por ese lado transcurría su fervor ideológico). Entre los hermanos se contaba el mote que le adjudicaron: "La madrastra de Cenicienta". Mas el tiempo, todo lo cura. Viejo tópico que en el caso que nos ocupa acabó por ir aplacando aquel fuerte carácter de Aguirre, llegando a simpatizar con algunos, muy en particular con el primogénito, Carlos, duque de Huéscar y futuro Duque de Alba, con quien tenía mucha mayor intimidad. No contamos hasta qué punto.

Entre la comunidad gay de la época (aún no se conocía la denominación LGTBI) se había comentado antes de la boda la supuesta homosexualidad del que fuera sacerdote. Uno de ellos, periodista, me confió un día ese secreto noviazgo con la Duquesa de Alba. Pude haber sido el primero, o de los primeros, en dar la exclusiva pero mis superiores en la revista se carcajearon cuando les puse al corriente de la noticia. Les pareció increible como si yo no estuviera en mis cabales. Y no se publicó. Por supuesto ni me ofrecieron disculpas cuando se supo que era verdad. Como quiera que a Cayetana le llegaban insinuantes dimes y diretes sobre su ya segundo marido, hizo varias declaraciones a la prensa. Transcribo algunas: "Nosotros no somos ni compañeros, ni esposos, ni amigos. Somos sencillamente amantes". Y otra: "Si no hay pasión en un matrimonio no puede funcionar". La excelente reportera y asidua cronista social María Eugenia Yagüe, publicó en la ya extinguida revista Panorama, lo que sigue: "Jesús y yo jodemos todas las noches, para que se enteren bien". En la portada, la dirección del semanario no aprobó textualmente esa soez referencia, inpropia de alguien de su condición, e insertaron otra frase casi similar: "Jesús y yo hacemos el amor todas las noches". Como puede suponerse, el primero de esos titulares, dio mucho que hablar en aquellos primeros años 80, por mucha libertad de expresión ya existente.

Cierto colega escuchó de Aguirre cierto día que fue a entrevistarlo, encontrándolo fastidiado por una molesta migraña, esta frase: "Es esa jaqueca maldita que nos persigue a los Alba". Y se quedó tan pancho. Pero sus males se agravaron y el 11 de mayo de 2001, a sus sesenta y seis años, dejó de existir, víctima de un cáncer de laringe. Por el testimonio de Cayetano, sabemos que en el lecho de muerte le pidió perdón. No obstante aquellos malos recuerdos desde que emparentaron, muy a pesar del quinto hijo de la Duquesa, no ha podido olvidarlos por cuanto decíamos al principio. Duque de Arjona y Conde de Salvatierra, ya no se enfada tanto con los periodistas como en el pasado. Procura ser feliz con sus mellizos, Luis y Amina, de veintiún años, mantiene buena relación con su ex, Genoveva Casanova, y continúa su amor de hace cerca ya de seis años con su atractiva compañera, Bárbara Mirjan, treinta y tres años menor. Cayetano hace ya tiempo que dejó de ser un cotizado "play-boy", seductor nato de la "jet set". Tiene en la actualidad sesenta años cumplidos el 4 de abril último y ha sentado la cabeza en sus aventuras amorosas. Lo que no desea, al menos de momento, es volverse a casar. Bastante complicaciones lleva acumuladas.

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