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La muerte arrebató a John Travolta a sus tres mujeres más queridas y a su hijo

John Travolta cumplió 70 años el pasado 14 de febrero.

John Travolta cumplió 70 años el pasado 14 de febrero.
Travolta y Diana Hyland | Cordon Press

Alcanza John Travolta la edad de setenta años este 14 de febrero. Se hizo el actor-bailarín muy popular a partir del estreno de su película Fiebre del sábado noche. Aunque consiguió otros éxitos en la pantalla, no superó el citado. Si bien ha ganado mucho dinero su vida puede considerarse muy desgraciada, por la muerte de su primera novia, su esposa, su madre y un hijo de los tres que ha tenido. Aquellas, víctimas del cáncer. "Nunca he podido olvidar esos dramas, que me acompañan todas las noches en el recuerdo", me confesó en una de las dos entrevistas que con él sostuve tiempo atrás.

Primera tragedia: la de Diana Hyland, actriz con la que convivió unas temporadas, a poco de enamorarse cuando protagonizaron la película El chico de la burbuja de plástico, donde ella, dieciocho años más que él, hacía de madre suya. Diana tenía un niño, Zachary, de una relación anterior. Y John lo quiso como si fuera propio. Tras una mastectomía doble, Diana falleció en 1977.

Travolta pasó una dolorosísima travesía pues a diario, mientras rodaba Fiebre del sábado noche, su gran amor de entonces se estaba muriendo lentamente. Acabaría cerrando los ojos en sus brazos. Los más allegados de John lo describieron así en esos días amargos: "Estaba como zombi".

Un año más tarde quien de su entorno se fue al otro mundo fue su madre, quien por cierto había tenido una pequeña aparición en Fiebre del sábado noche, la película que lo había catapultado a la popularidad, en aquel personaje de barrio, Tony Manero, con su electrizante danza, que impactó en millones de jóvenes de todo el mundo. La causa de la muerte de su madre volvía a ser un inmisericorde cáncer.

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Con Kelly Preston | Archivo

Entre esos tristes, amargos episodios de su vida familiar, hay que recordar asimismo otros que le llenaron de satisfacción. Uno de ellos cuando, invitado a una recepción en la Casa Blanca en honor de Diana de Gales, al iniciarse un baile, tuvo como pareja a la entonces admirada Lady Di. Se les pudo ver muy sonrientes, ella contenta por danzar junto a un ídolo cinematográfico; él, halagado por cuando le transmitía la princesa británica.

Transcurría 1988 cuando rodando Los expertos, quedó subyugado ante la presencia, nada más conocerla en el estudio, de su compañera, coprotagonista, de nombre Kelly Preston, australiana. Tiempo atrás ella había mantenido amores con dos muy conocidos galanes: George Clooney y Charlie Sceen (de ascendencia gallega, dicho sea de paso). En tanto John Travolta, tras su triste episodio antes narrado, compartió otras amistades femeninas, una de ellas Catherine Deneuve, lo que dada la diferencia cultural entre ambos, se nos hace difícil de entender. El caso es que John se ennovió con Kelly Preston y tres años después de su primer encuentro se dieron el sí en París. Aquella boda de 1991 fue oficiada por un ministro religioso perteneciente a la secta de la Cienciología, a la que a buen seguro le había iniciado su colega y buen amigo Tom Cruise, aunque parece ser que también una de sus mujeres lo comprometió con esa supuesta religión. Había renunciado a la condición de católico, que profesaba desde su bautismo. El caso es que les fue muy bien y estuvieron casados nada menos que veintinueve años. Pero también la aparición de la Parca hizo mella de nuevo en el ya de por sí dolorido corazón de John Travolta.

Y es que en 2009 su hijo primogénito Jett, víctima de la epilepsia que padecía de niño, sufrió un ataque durante las vacaciones que disfrutaba en las Bahamas: se cayó en la bañera sufriendo un fortísimo golpe. El diagnóstico de su enfermedad: síndrome de Kawasaki; era autista. Esa nueva muerte volvió a golpear furiosamente al actor y naturalmente a la madre del niño, su esposa Kelly.

Tuvieron que pasar unos años para el matrimonio, llenos de pena, y en cuanto a John, aumentada por el triste recuerdo de su madre y su primer amor ya contado. Y cuando llegó el verano de 2020 con cincuenta y siete años de vida, Kelly Preston dejó de existir. También a causa de un cáncer. Travolta no sabía a qué asirse para superar tanta infelicidad. Vivir día a día le resultaba insoportable. Pero no encontró mejor solución que refugiarse de nuevo en sus creencias religiosas, en su tremenda afición a volar (llegó a poseer cinco aviones) y a continuar su profesión artística. Al margen de todo ello creó una fundación con su nombre destinada a proteger a los niños necesitados y enfermos, pensando siempre en aquel hijo que el destino le arrebató.

Por lo que respecta a su filmografía conste un segundo éxito después de "Fiebre del sábado noche", que fue Grease, en cierto modo como una secuela, donde formó una simpática pareja con Olivia Newton-John (quien moriría mucho después a consecuencia de otro cáncer). Su desaparición no hizo sino aumentar aún más la nómina de sus familiares muertos: Olivia dejó siempre en John Travolta un hermoso recuerdo, casi fraternal rodando aquella divertida película.

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Con Olivia Newton-John en la mítica Grease | Archivo

Si espigamos en sus películas hallamos otros títulos afortunados: Urban cowboy, formando pareja con Debra Winger; y sobre todo Pulp Fiction, a las órdenes del siempre sorprendente Quentin Tarantino, que devolvió a Travolta parte de su gran notoriedad del pasado; y algunos más, no muchos, porque Travolta, insistimos, atravesó un descenso de su popularidad. Le costó ya recuperarla a las puertas del nuevo siglo XXI. Pero sin conseguir otros éxitos espectaculares, se ha mantenido en el universo de figuras del viejo Hollywood, aunque no despierte a estas alturas la idolatría de hace medio siglo. Cierto que la crítica no le fue favorable en bastantes trabajos. Tampoco él estuvo fino que digamos al rechazar guiones que llegaron a sus manos, y que luego fueron éxito por otros colegas: American gigolo (1980), que pasó a protagonizar Richard Gere con fortuna; Splash (1984), y Regreso al futuro, que estaba escrita para que Travolta fuera su héroe con un director de prestigio, Robert Zemeckis.

Recuerdo aquellos dos encuentros periodísticos con él. En 1980 me confesaba lo mal que lo había pasado con aquellas muertes, la de su novia y la de su madre: "Trato de vencer mis pensamientos, alejarme de aquellos buenos recuerdos, pero hay muchas noches que no lo consigo. En mi somnolencia, durante muchas madrugadas, vuelven a mi memoria, no me dejan dormir".

John Travolta me pareció entonces un tímido, parco en palabras, algo infantil en sus respuestas y nada vanidoso, siendo desde luego un ídolo. Le martirizaban sus tragedias: "He visto demasiado cerca de mí la muerte". Y eso que aún tenía que hacer frente a la desaparición de su hijo y de su esposa. Tres años más tarde lo encontré en el aeropuerto de Biárritz, adonde llegó invitado al Festival de San Sebastián. Lo hizo pilotando uno de sus aviones, en compañía de sus padres, a los que quiso llevar en ese viaje. Desde allí lo seguí, camino del restaurante donostiarra Arzak, donde cenaron. Al día siguiente volví a entrevistar a Travolta en el hotel María Cristina. Estaba de promoción de su película Staying alive, la segunda parte de Fiebre del sábado noche. Tuvo que someterse a un severo régimen alimenticio para rodar ese filme, y a muchas sesiones de baile. Había grabado ya unos discos pero me dijo que esa actividad era para él menor. Cuando íbamos a despedirnos, se autodefinió así: "Yo tengo el corazón gitano. He de cambiar de sitio constantemente. Siempre tengo las maletas a punto para despegar a cualquier parte".

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El periodista Manuel Román con Travolta | Archivo

Volar parecía ser lo que más le gustaba. Y no entro ni salgo en una campaña que se destapó contra él acusándolo de homosexual. En algunos medios informativos se decía que había tenido relaciones íntimas con Tom Cruise. Dos masajistas lo denunciaron, pero sin que pudiera probarse nada en ese sentido. Lo único más explícito fue una fotografía aparecida en 2006 en las páginas del The National Esquire donde se le veía besando en la boca al piloto Doug Gotterba. Desde entonces, no se ha sabido más de la actual vida sentimental de John Travolta, que ha cuidado al máximo su intimidad. En lo referente a su actividad cinematográfica entre la pandemia, su desgana y que su nombre ya no es tan taquillero, sólo consta que la última película que rodó está fechada en 2022 titulada Paradise City.

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