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Los Chichos casi se arruinaron por culpa de las drogas

Los Chichos se retiran de manera definitiva este año 2024.

Los Chichos se retiran de manera definitiva este año 2024.
Los Chichos | Gtres

Anuncian Los Chichos su retirada definitiva este 2024, tras una gira que lleva como leyenda "Hasta aquí hemos llegado", con la que cumplen cincuenta años en los escenarios. Cierto que ya hace algunas temporadas dijeron lo mismo. Pero saben que aún tienen "tirón" entre quienes se divierten con sus rumbas, un género del que son especialistas. Y no sólo han estrenado piezas pegadizas e intrascendentes: tienen otras de cierto contenido social, con letras que abordan problemas acerca de la delincuencia, las drogas, que han calado en quienes han vivido, y viven, en la marginalidad. Precisamente ellos también se acercaron al mundo de las drogas, mediados los años 90. A punto estuvieron de arruinarse, económica y artísticamente. Supieron superar aquel bache. Y a partir de esta primavera recorrerán España, en aquellos sitios que ya tienen contratados. Con Los Chichos, la alegría está servida.

¿Quién entre quienes nos lean no han escuchado algunas de sus muchas rumbas? Les recuerdo estos títulos: "Quiero ser libre", "Bailarás con alegría", "Son ilusiones", "Ni más ni menos", "Esto sí que tiene guasa"… En esos cincuenta años de canciones, grabaron veintidós discos de estudio, y vendieron veintidós millones de copias. Las casetes de Los Chichos se vendían a porrillo en las gasolineras. Como las del finado Arévalo.

Los componentes de Los Chichos procedían de Ciudad Real y Salamanca, asentándose en Madrid, en el barrio de Vallecas, donde aún viven, salvo uno de ellos, el que murió, Jero, o Jeros, que de ambas maneras se llamaba. Era el vocalista del trío, el compositor sobre todo. Junto a sus dos compañeros fundadores de ese terceto, los hermanos Julio y Emilio González Gabarre. El nombre artístico de Los Chichos proviene de que al mayor de los tres, Emilio, en su casa lo llamaban, desde chico, "Chicho", apodo derivado de su nombre.

Procedían estos dos últimos de familia numerosa, nueve hermanas y dos hermanos. Gitanos. Se ganaban la vida con tantos otros entonces de su etnia: vendiendo telas piso por piso. Y cantaban en familia. Hasta que se lanzaron a actuar primero en locales sin importancia, en pueblos, hasta conseguir a través de sus discos y la televisión una inusitada popularidad. En Madrid, los escuchó una noche Antonio Sánchez, padre de Paco de Lucía. Fue introduciéndolos en el círculo flamenco de las noches madrileñas, los "tablaos".

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El hijo de Jeros y Los Chichos. | Cordon Press

Su primer éxito fue "Quiero ser libre", rumba surgida del caletre de Juan Antonio Jiménez Muñoz, "Jeros". Se le ocurrió estando en "la trena", en una cárcel madrileña, penando una temporada un delito de robo. Tenía diecinueve años y ya se buscaba la vida apropiándose de lo ajeno. Esa pieza fue decisiva para que presos de toda España la acogieran como una especie de himno, y algunos como lema de esperanza para el día que dejaran "el talego".

"Jeros" tenía una vena especial para componer rumbas con su guitarra. Como quiera que con Los Chichos comenzó a ganar dinero, cayó en la sima de las drogas, cuya adquisición podía permitírselo. Hasta que murió de mala manera, quitándose la vida en 1995, cinco años más tarde de dejar al trío y actuar en solitario. Su lugar lo ocuparía un hijo de Emilio González, también llamado así

Hubo una época en la que Los Chichos probaron la drogas. Y al depender de ella, ya decíamos al principio que se dejaron en el camino la mayor parte de sus ahorros. Les asustó un día saber que estaban al punto de la ruina. Y se olvidaron de sus adicciones. También estaban obligados a compartir sus ganancias con sus respectivas familias, muy numerosas. Entre ellos reina siempre la solidaridad calé. Uno de ellos tiene un yerno guardia civil. Los tiempos han cambiado; no sucede como en un lejano pasado cuando la Benemérita perseguía a los de su raza. Hay una anécdota al respecto: viajando a excesiva velocidad, estuvieron a punto de ser multados, pero enseguida recurrieron a un maletín donde llevaban algunos ejemplares de sus discos. Regalaron unos cuantos a la pareja del tricornio que había tenido su coche, les firmaron un autógrafo y salieron adelante entre ruidosas risotadas.

En 1985 se rodó la película "El Vaquilla", de Juan Antonio de la Loma. Era la historia de un joven delincuente llamado Juan José Moreno Cuenca. Sus periódicas aventuras lo convirtieron en un ídolo para los de su clase. Esa cinta llevaba una banda sonora con canciones de Los Chichos, la principal "Yo, el Vaquilla".

La trayectoria musical del trío, tanto en la época de "Jeros", la más fructífera, como la posterior hasta el presente, no pasó inadvertida para una serie de solistas y bandas. El Arrebato, La Barbería del Sur, Camela, Antonio Orozco, C. Tangana, Rosalía… Todos de ellos, de alguna manera, han recibido algunas influencias de ellos, y así lo han reconocido. Con Omar Montes y algunos otros artistas del momento hicieron algunas colaboraciones.

En 2015 estaban cansados y decidieron parar. El que se creía su adiós definitivo en la localidad manchega de Villarrobledo, en su espectacular Viña Rock, que reúne en esa ciudad miles de asistentes de toda España. Allí se despidieron Los Chichos. "Nos vamos, no nos echan". Su activo mánager los ha convencido para que este año reaparezcan, porque sus rumbas no han sido superadas por ninguna otra formación aflamencada. El líder es Emilio González, que tiene setenta y seis años; cuatro menos, Julio y cincuenta y cuatro el hijo de aquel. "Mientras el cuerpo aguante, vamos a seguir", coinciden los tres.

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