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Los espléndidos 50 de Elena Anaya, que comparte su vida con la figurinista Tina Afugu

Se conocieron en 2013 y el flechazo fue tal que no se han separado.

Se conocieron en 2013 y el flechazo fue tal que no se han separado.
Elena Anaya | Gtres

La excelente actriz palentina Elena Anaya alcanza el medio siglo de vida tras una interesante carrera cinematográfica, así como lo es su experiencia de madre soltera de dos hijos, que comparte con su pareja, la figurinista Tina Afugu. Tuvo oportunidad de quedarse a vivir en Hollywood, tras rodar un par de películas, mas desistió de esa oportunidad.

Elena tuvo una infancia: su padre, de profesión ingeniero industrial, se separó de su madre. Fue entonces cuando en ese hogar roto, esta última hubo de mantener su casa convirtiéndola en pensión de estudiantes en Palencia, ayudada por Elena, quien se ocupaba de labores para las que no estaba preparada. Sus estudios fueron un desastre, pues no prestaba la atención requerida a la adolescente. Quien una tarde, tras salir del cine con su madre tras ver la película Memorias de África sintió repentinamente la ilusión de ser actriz.

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Convenciendo a su madre para marcharse a Madrid se inscribió en la Real Escuela de Arte Dramático, donde iba a pocas clases, la expulsaron y en adelante se las compuso en otra academia para aprender algunas nociones de interpretación. Llegó al cine con un papel en África, que se rodó en el barrio madrileño de San Blas, con Imanol Arias encabezando el reparto. En esos inicios un director le propuso una película donde tenía que salir desnuda y ella le dijo que se buscara a otra. En su siguiente filme Elena ya tuvo mejor papel, en Familia, de Fernando León de Aranoa, y desde entonces su carrera fue imparable.

En Lucía y el sexo, con Paz Vega de protagonista, la palentina mostró sus encantos como niñera envuelta en secuencias eróticas. Continuó demostrando su capacidad para incorporar papeles comprometidos, como captó Pedro Almodóvar, quien la tuvo a sus órdenes en Hable con ella y en La piel que habito, donde aparecía con el rostro cubierto casi en su totalidad por una máscara, personaje que le permitió ganar un Óscar.

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El Deseo, la productora del internacional manchego, la quería como protagonista de una serie para televisión, Mentiras pasajeras. Pero respondió que le iba a ser imposible: estaba embarazada de dos meses de su segundo hijo. Y que, además, cuando naciera, ella quería permanecer unos meses en casa, cuidándolo. Esperaron y al final, Elena Anaya se salió con la suya e hizo la serie.

La llamaron desde Hollywood para ser una de las tres novias de Drácula en la película Van Helsing, luego en otra, Wonder Woman, año 2017, donde aparecía como una doctora nazi que utilizaba el gas mostaza para acabar con centenares de presos judíos. Ya había trabajado con actores americanos también en Infiltrados. La animaban a quedarse en Los Ángeles y probar suerte en ese Hollywood donde a las actrices latinas, como allí se dice, le dan papeles insignificantes. Elena no quiso hacer allí carrera aunque por sus características tenía posibilidades de tener fortuna, como la consiguió Penélope Cruz. Pero se rajó. Y volvió a España.

Tanto comedias como dramas, Elena ha probado con suerte su versatilidad interpretativa. En un drama acerca de la muerte y la libertad, Todos están muertos, la dirigió Beatriz Sanchís, quien se convirtió en su pareja, su primera novia, relación que mantuvo entre los años 2008 y 2013. Unos reporteros captaron a la pareja en una playa nudista bañándose en aguas menorquinas y dándose el lote, imágenes que aparecieron en 2011 en la revista Cuore, con lo cual se supo que Elena había salido del armario, por mucho que siempre haya procurado llevar una existencia discreta.

Tras romper con aquella realizadora, Elena Anaya se enamoró de la encargada del diseño y creación de vestuario cinematográfico Tina Afugu Cordero, con quien continúa conviviendo. Se especula con el momento en que se conocieron. Ninguna de las dos lo dice. Pero creemos que ello ocurrió en Barcelona durante una Mostra Internacional de Cine Gay y Lésbico, en cuyo cartel anunciador figuraba ella. Transcurría 2013 y desde entonces, tal fue el flechazo entre ambos, no se han separado.

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Elena Anaya quería ser madre. Y lo consiguió por el método que se presupone, aunque nunca ha dado detalles a la prensa. Respetamos su vida íntima, como no podía ser de otra forma. Ha tenido por ese medio dos hijos, uno de ocho años y otro de tres, criaturas que para ellos tienen "dos madres"; o sea, Elena y Tina. No hay fricciones en ese hogar madrileño.

Elena Amaya ha sido desde muy jovencita muy liberal, independiente, sabiendo por consejos maternos que ella tiene que hacer frente a cuantos problemas puedan asaltarle en esta vida. Y con esa idiosincrasia transcurre su devenir. Los críticos la han alabado muchas veces por sus películas. Experiencias ha tenido bastantes. Por ejemplo, durante el rodaje de la antes citada Van Helsing, el conocido galán Hugh Jackman le tiró los tejos, pero ella fingió estar medio sorda. Tuvo también la suerte de tener a su lado nada menos que a Richard Gere en la serie MotherFatherSon, para la BBC británica. Y hasta apareció en un video musical junto a Justin Timberlake, que le sirvió a éste para promocionar su canción Sexy Back, en 2006.

Llegado 2010 tomó parte en Habitación en Roma. Para entonces, el pudor que tenía de primeriza en el cine ya le había desaparecido y no tuvo inconveniente alguno – bien pagada, suponemos – en mantener unas escenas lésbicas con la actriz Natasha Yarovenko. Por otra parte, en su caso, dada su opción sexual, esa situación le sería menos incómoda que a otras compañeras.

Por lo relatado, Elena Anaya cuenta con un bagaje profesional y personal intenso. Lo que nunca podía imaginar cuando la contrataron para rodar en San Sebastián en 2019 Rifkin’s Festival es que el director, nada menos que Woody Allen, le hiciera pasarlas canutas, toda vez que de modo autoritario le dijo: "¡Eres la peor actriz del mundo!". Elena se quedó petrificada y suponemos que llegaría al hotel envuelta en lágrimas. Ignoramos si el célebre realizador se disculpó o no con ella. Mas ¿por qué se mostró tan inclemente? ¿Sería para ‘motivarla’ en alguna secuencia dramática? Los recursos para que un actor dé lo mejor de sí son variados, depende de quién los utilice. No sabemos si aquel incidente trastocó el ánimo y vocación profesional de la actriz: el caso es que se tiró dos años sin aparecer por ningún otro rodaje.

Pero el mundo sigue y Elena Anaya continuó añadiendo otros títulos a su filmografía, entre ellos una nueva versión cinematográfica de la novela de Orwell 1984. El pasado año, en tierras catalanas intervino en Rosebush Pruning, junto a Pamela Anderson, una diva con la que hizo buenas migas, opinando que le había causado una grata impresión, muy distinta a lo que suele publicarse de ella.

No vive preocupada Elena Anaya por los años que va cumpliendo, cincuenta ahora. Transcribo unas reflexiones de la inteligente actriz: "Qué maravilla envejecer, qué lujo, qué privilegio hacernos mayores, cuánta información hay en una cara que envejece, crece, se arruga y se descuelga". Apuesto a que lo dicho no lo suscribirán muchas féminas, y, menos, bastantes de sus colegas.

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