
Bill Murray, el reconocido cómico norteamericano, que ha gozado muchos años del favor de los estadounidenses, ha librado hasta hace no mucho tiempo una guerra contra sus adicciones, que parecía no iba a abandonar nunca, estando muy cerca de la muerte; culpa del abuso del alcohol, drogas potentes… y el sexo, que es otra cuestión que le supuso fracasar en sus dos matrimonios. Ha estado en España durante el mes de junio representando un espectáculo con una compañía canaria. Ya es otro. Nada que ver con su pasado.
Su estancia entre nosotros, decíamos, se ha debido a las representaciones de "New Words", dentro de la compañía canaria "Veranos del Taoro", en Barcelona, Madrid y Bilbao. Con soliloquios llenos de humor. Textos de Hemingway y otros autores. Fondo de violines y música clásica. Aunque lo que más ha presidido su carrera es la de actor cómico, aunque también se le recuerde por otros papeles dramáticos.
De esas películas para todos los públicos, recordamos "Los cazafantasmas" y "El club de los chalados". Pero también "Lost in Traslation", que dirigió con buen pulso Sofía Coppola, hija del genio. Allí se inició la luego esplendorosa Scarlett Johansson, quien recientemente recordaba aquel rodaje. Se vio sorprendida por la actitud de Bill Murray, que encabezaba el reparto, y mostraba casi a todas horas su irreprimible deseo de beber continuamente y a su vez llevarse a su nariz lo que cualquiera puede suponer. Adicto a drogas como la cocaína, lo que suponía un constante malestar para cuantos intervenían en aquella película.

"Él estaba lidiando sus problemas – revelaba Scarlett Johansson en la revista Vanity Fair – y yo me sentía perdida cuando estaba frente a él. Nos hemos reencontrado no hace mucho y ya es una persona completamente diferente. Creo que la vida lo ha hecho más humilde. Influyó en él su conducta durante la epidemia del Covid".
Resulta que, después de "Lost in Traslation", Scarlett volvió a ser contratada en una película cuyo papel protagonista estaba a cargo de Bill Murray: "Being Mortal", del año 2022. Y todo el equipo de rodaje advirtió la conducta inapropiada del cómico con ella. Al punto de que la producción tuvo que suspenderse por su culpa.
William (Bill) James Murray cumplirá setenta y cinco años el próximo septiembre. Natural del estado norteamericano de Illinois, hijo de un vendedor de maderas y una empleada de Correos. Creció en una familia de ocho hijos, de filiación católica irlandesa.
Trabajó siendo adolescente como caddie de golf para pagarse sus estudios de secundaria en un instituto de jesuitas. Allí formó parte de algunos grupos de teatro. También se erigió líder de una banda llamada The Duch Masters.
Ya como profesional buscó una forma interpretativa personal, al punto de que no se conoce a ningún colega suyo que se le parezca. Su estilo ante las cámaras se caracteriza por su inexpresividad, con sus labios finos sin moverse, gesticulando con su mirada. Es un hombre excéntrico que ha llevado a sus interpretaciones algunas de sus manías y ocurrencias. Pero que le han ido bien y sus compatriotas lo han considerado siempre uno de sus actores cómicos preferidos. Lo que no pueden justificar es la mala vida que llevó treinta años atrás. Hasta en un viaje profesional a Suecia fue detenido por la policía, al verlo alcoholizado por las calles.
Ese tipo de vida sin control alguno le pasó factura en sus dos matrimonios, el primero con la actriz Margaret Kelly, entre 1981 y 1996, que le dio dos hijos. Divorciado, al año siguiente, 1997, volvió a casarse, con otra actriz, Jennifer Butler, con quien estuvo unido hasta 2008, cuando ella le pidió el divorcio, acusándolo de violencia doméstica, infidelidad conyugal y uso continuo de marihuana. Ella murió poco después. Y Bill se ha mantenido soltero hasta la fecha.
Tiene un buen pasar, calculándose que posee una fortuna estimada en ciento ochenta millones de dólares. Si ya está curado, como ha dado muestras de cordura últimamente, es lo mejor que puede decirse de este controvertido personaje.

