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Juan del Val fue dos años albañil y, ya casado con Nuria Roca, casi se arruina con un negocio

Cuando la noche de la entrega del Planeta Juan del Val dijo que por los avatares de su vida nunca podía haber soñado, era una sincera confesión.

Juan del Val, Premio planeta | Cordon Press

Juan del Val fue hace pocos días noticia al ganar el premio Planeta, dotado con un millón de eurs por su novela, "Vera, una historia de amor". Es el galardón literario mejor dotado económicamente, aunque el Fisco se lleva un buen pellizco, casi la mitad de esa elevada cifra. El tertuliano goza desde hace años de una estabilidad económica, incrementada en su hogar por cuanto percibe su mujer, Nuria Roca, también por sus intervenciones televisivas. Incluso el matrimonio ha llegado a firmar al alimón algunas novelas. Disfrutan tanto de su saneado patrimonio como de su vida privada, padres de tres hijos.

Cuando la noche de la entrega del Planeta Juan del Val vino a decir que por los avatares de su vida nunca podía haber soñado con su situación actual era una sincera confesión, dado que hasta llegar al presente, el galardonado pasó una adolescencia y juventud difíciles. Su carácter rebelde le supuso contratiempos familiares: lo echaron de varios colegios, sólo llegó a estudiar hasta 2º de BUP y nada hacía presagiar que, años más tarde, se dedicara al periodismo, sin estudios, dando finalmente el salto a la radio y a los programas televisivos, donde se ha convertido en un popular profesional de la comunicación.

Nacido en Madrid el 5 de octubre de 1970, toda vez convencido de que le aburrían las clases escolares y las de enseñanzas superiores, sin esperar nunca que podría aspirar a una carrera universitaria, se decantó por buscar un trabajo que le permitiera ganarse la vida por sí mismo, sin ayuda ajena. No halló mejor ocupación que ser peón de albañil, actividad que mantuvo durante dos años.

Sus conflictos en la adolescencia le pasaron factura más adelante, pues no abdicó de su agresividad y rebeldía. Acabó de mala manera cierta noche en una discoteca, por culpa de una pelea. Peor fue cuando tuvo un accidente callejero con una moto robada. Supo lo que era ser detenido por la policía. Hasta que en un momento de lucidez pensó que por ese camino el destino le iba a reservar un trágico final, como ha ocurrido siempre con jóvenes marginales. Fue entonces cuando pidió ayuda: a su madre.

Ella, precisamente, se encargaba en una institución de guiar los pasos perdidos de jóvenes problemáticos como su propio hijo. Así es que más fáciles no podían ser los consejos que ya desde casa le propiciaba la autora de sus días.

Atravesó Juan del Val un periodo difícil, sometido a cuidados psiquiátricos por espacio de seis años, tras los cuales acabó siendo otro: un muchacho que iba a enfrentarse a los cotidianos problemas que vive todo el mundo para labrarse un porvenir. ¿Y cuál fue ese para Juan del Val?

Descubrió la escritura. Como se había aficionado a los toros logró colaborar en algunas publicaciones, como "6 toros 6", y el programa "Clarín" de Radio Nacional de España, firmando crónicas de espectáculos taurinos. Se afanó por extender sus trabajos en "El Independiente", vendiendo entrevistas a "Man", que era una réplica parecida a "Interviú", con bellezas medio despelotadas en sus páginas y reportajes menos comprometedores, como el que realizó a quien iba a ser la mujer de su vida, sin recurrir desde luego a imágenes nada reprobables.

A la hora de elegir un día el personaje que le resultara atrayente dio en fijarse en una atractiva presentadora valenciana, Nuria Roca, a la sazón contratada por Chicho Ibáñez Serrador en el espacio de animales "Waku waku". Y desde su obsesión por entrevistarla transcurrió algún tiempo; no sin dificultades llegó hasta ella y pudo cumplir con su trabajo. Mientras tomaba notas no dejaba de fijarse en el bello rostro de Nuria, algo embobado el novel reportero.

Ella lo notó, claro. Y le hizo poco caso cuando, ya publicado el reportaje, Juan del Val insistió en salir con ella. El que la sigue, la consigue, se dijo, recordando el viejo refrán. Hasta que, ya novios, convinieron irse a vivir juntos un par de temporadas. Estando ya seguros de su mutuo amor, fijaron la fecha de la boda el 6 de octubre de 2000 en un pueblo levantino cercano a Valencia, Puig, la tierra de la novia.

Nuria, decíamos, era ya una presentadora conocida en tanto que Juan del Val sólo en su casa, mas siempre tenaz pudo después de no pocos intentos introducirse en el medio televisivo. Hasta llegar a "El Hormiguero", en calidad de guionista y tertuliano. Luego también copresentador junto a su mujer en "La Roca". Y así, es como se ha labrado una popularidad, a la que contribuye con sus por lo común acertadas intervenciones en esos programas, utilizando la ironía y el juicio crítico a la actualidad española, sin rehusar acerados comentarios políticos.

Viaja cuando le es posible con su mujer. Sobre todo a Nueva York. Y aún le queda tiempo desde hace años para ir pergeñando historias del género novelístico, donde ha logrado publicar ya varios volúmenes, dos de ellos premiados, en el certamen de Primavera, editorial Espasa, y ahora con el Planeta. Se da la circunstancia de que éstas y algunas otras obras están patrocinadas por el mismo grupo empresarial al que el escritor y tertuliano pertenece y produce sus programas en televisión.

Juan del Val hace tiempo que supo canalizar sus trabajos en la pequeña pantalla junto a un pequeño negocio, el de "La Boleta Producciones S.L.", del que es propietario y presidente, empresa dedicada a representar a artistas del espectáculo.

No es desde luego de lo que viven Juan y Nuria, que ya escarmentaron hace años cuando invirtieron sus ahorros en una tienda de ropa en Valencia, donde casi se arruinaron.

Le han dado la vuelta a la tortilla y como apuntábamos al principio, la pareja dispone ahora de una seguridad económica que nunca había soñado Juan del Val disfrutar cuando con una paleta iba llenándola de cemento, ladrillo tras ladrillo, en agotadoras jornadas de albañilería. Hemos de concederle un indiscutible mérito por su inteligencia y constancia, amén de otras virtudes. Nuria Roca está encantada con su marido, aunque de vez en cuando disimulen con algunas divergencias entre sí, reales o inventadas, para seguir encendiendo la llama del espectáculo en la pequeña pantalla.

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