El formato musical más importante que ha pasado por la televisión española está de vuelta. Este lunes, Operación Triunfo volvió a la cadena que lo vio nacer dispuesto a demostrar su buena salud, presentando a los dieciocho nuevos aspirantes a triunfar en el mundo de la música. Sin embargo, el regreso se malogró debido a multitud de fallos técnicos y un casting, cuando menos, cuestionable.
La vuelta dejó en evidencia la necesidad de actualización de un formato que ha quedado anticuado y que hizo sufrir al espectador con una gala demasiado larga y lenta pese a contar con la baza de no tener publicidad. La estructura de la gala tampoco ayudó: cuatro concursantes eran presentados a la vez y después cantaban.
Lo importante del programa, la música, tardaba en hacer aparición lo que daba como resultado una falta de emoción y, por tanto, el aburrimiento pronto se adueñó del espectador. Además, los múltiples fallos técnicos en el sonido y el casting, de dudosa calidad vocal, terminaron de hundir el estreno. Incluso la propia Noemí Galera, directora de la academia, calificó de "catastróficas" las actuaciones.
Pese a ello, no todo es malo en el nuevo Operación Triunfo. Roberto Leal, que cogía el testigo a Jesús Vázquez y Carlos Lozano, estuvo a la altura, salió como pudo de las situaciones que generaban los múltiples fallos y supo sacar lo mejor (que tampoco era mucho) de los nuevos triunfitos durante las entrevistas. Por su parte, el jurado compuesto por Mónica Naranjo, Joe Pérez Oribe y Manuel Martos, cumplió con las expectativas, especialmente la cantante, acostumbrada a este tipo de formatos, que regaló el único momento destacable de la noche: su actuación al inicio de la gala.