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Gastronomía de otoño en la Comunidad de Madrid: experiencias y sabores siempre en el mejor entorno

Madrid es una región para comérsela y son muchos los pueblos que, junto a un patrimonio excepcional, ofrecen una oferta gastronómica de primer nivel.

Madrid es una región para comérsela y son muchos los pueblos que, junto a un patrimonio excepcional, ofrecen una oferta gastronómica de primer nivel.
La plaza de Chinchón desde el Café la Iberia. | MA Sánchez-Comunidad de Madrid

Una de las cosas en las que más ha cambiado la Comunidad de Madrid es su oferta turística y gastronómica: de un tiempo a esta parte está se está haciendo más completa, más elaborada y menos dependiente de la capital. Así, cada vez hay mejores formas de disfrutar no sólo del patrimonio cultural y natural de los pueblos y villas de la región, sino también de productos que no dejan de mejorar, de tradiciones que se han mantenido y mejorado y, por supuesto, de propuestas gastronómicas que se aprovechan de ambas cosas y las elevan hasta nuevas cotas de calidad.

Vinos a la altura de los mejores, aceites premiados en los mejores concursos, quesos, verduras, legumbres, carnes… el mapa de Madrid se llena cada vez más de delicias gastronómicas y, como no podía ser de otra forma, de lugares idóneos para disfrutarlas.

Esta pequeña revolución alcanza tantos puntos de la geografía madrileña y es tan inabarcable que en este reportaje vamos a centrarnos sólo en cuatro lugares que son un excelente ejemplo y que cuentan también con ese algo más que lo hace ejemplos perfectos de la mezcla de elementos –patrimonio, historia, belleza, gastronomía…- que hace que un destino sea perfecto: Aranjuez, Chinchón, Patones y San Lorenzo del Escorial.

Aranjuez: palacios, jardines y huertas

Quizá Aranjuez sea el lugar más idílico de la Comunidad de Madrid, un paraíso creado para el disfrute del ser humano, en su tiempo la corte, ahora cualquier viajero que quiera acercarse a esta ciudad Patrimonio Mundial. Tiene alguno de los jardines más hermosos de Europa y un palacio que es el ejemplo perfecto de aquel mundo hecho para el placer, no muy grande, sí, pero perfecto y delicado como el mecanismo de un reloj.

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Restaurante en Aranjuez | Belén Imáz - Comunidad de Madrid

A esa tradición un tanto hedonista hay que añadir la del producto: la fama de las huertas del Tajo tiene siglos y productos de allí llegaron a convertirse en marcas en sí mismos, como las fresas de Aranjuez, una delicia que los madrileños buscábamos ansiosamente cada primavera.

Ahora no son sólo las fresas: las verduras de Aranjuez son cada vez más conocidas y son la base perfecta para una gastronomía cada vez mejor que puede empezar disfrutando del producto en sí –no dejen de visitar el mercado y las huertas históricas, en las que también se pueden adquirir fresas, espárragos o tomates, por ejemplo, a los propios productores– y por supuesto también en los restaurantes.

Casa Pablo es uno de esos imprescindibles de la gastronomía y ahora es un momento perfecto para acercarse y disfrutar de su gran oferta de setas en temporada o su plato estrella, el faisán. Otro por el que no hay que dejar de pasar es Casa José, con sus recetas de alta cocina basadas, precisamente, en los productos de la huerta a los que en temporada se suman unos magníficos platos de caza.

La cocina tradicional Aguatinta es una referencia no menos imprescindible y ningún viajero o gastrónomo se arrepentirá de disfrutar de los platos de Carême y de sus preciosas vistas del Palacio. Finalmente, por no extendernos hasta el infinito, Casa Delapio es el lugar perfecto para aquellos que quieran acompañar sus platos de una experiencia enológica de primera, con su amplia bodega que tiene referencias de 70 zonas vinícolas españolas.

Chinchón, mucho más que una plaza

No lejos de Aranjuez, en la comarca de las Vegas, está uno de los pueblos de Madrid que tiene una merecida fama: Chinchón, lleno de historia y de rincones con mucho encanto, con la que quizá sea la plaza más hermosa de toda la región y una de las más bellas de España, que es lo mismo que decir del mundo.

Pero además de un patrimonio envidiable, Chinchón tiene tradiciones gastronómicas que no hay que desdeñar: empezando por un anís que a finales del S XVII ya era conocido por su calidad y que sigue fabricándose con los métodos y el saber tradicional.

El ajo es otro de los productos típicos de la localidad y tiene también una merecida fama a la que ahora se suma también un aceite que cada día es más cuidado y de mayor calidad.

Por último, no hay que olvidar el vino, en una zona en la que la garnacha tradicional se sigue cultivando pero a la que se han unido otras variedades que permiten producir blancos, rosados y tintos, incluidos crianzas y reservas, elaborados en bodegas que están abiertas al visitante que quiera conocer a fondo la enología peculiar de la zona.

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Mesón Cuevas del Vino | Andrés Arránz-Comunidad de Madrid

Chinchón ha atraído viajeros desde hace mucho tiempo y esa es sin duda una de las razones por las que la ciudad tiene una oferta gastronómica cuidada, con experiencia y de mucha calidad. Buena parte de ella, además, en locales muy especiales como en el Mesón Cuevas del Vino, en el que se puede comer entre las grandes tinajas en las que se elaboraban y guardaban los caldos de la zona.

Y para experiencia gastronómica comer en la plaza de la villa, en locales tan interesantes como la Casa del Pregonero, que da a la cocina tradicional un toque de vanguardia; o el tradicional Café la Iberia con su carta de comida castellana que será siempre un acierto.

Patones, más que un pueblo, un reino

Para llegar a nuestro siguiente destino hemos de cruzar prácticamente toda la Comunidad de Madrid hasta una de sus zonas más al norte. Allí encontramos Patones, un pueblo dividido en dos núcleos urbanos: de Abajo y de Arriba.

Enclavado en lo profundo de la montaña, Patones de Arriba es una de las localidades más singulares de la región: su arquitectura tradicional basada en la pizarra como material de construcción se ha conservado de una forma espectacular y, junto con el hecho de que no se permite acceder en coche más que a los vecinos, es realmente uno de esos lugares en los que el tiempo parece haberse detenido.

Una de las muchas historias del pasado de Patones es la existencia de una minúscula monarquía, por llamarlo de algún modo, que pervivió nada más y nada menos que hasta 1750. El rey de Patones era en realidad algo más parecido a un alcalde, pero el cargo era hereditario y los vecinos reconocían su autoridad. Cuenta la leyenda que uno de estos singulares monarcas envió una carta a Felipe II con un encabezamiento que debió sorprender a aquel en cuyos dominios nunca se ponía el sol: "Del Rey de Patones al Rey de España".

Hoy en día en Patones de Arriba reina sobre todo la gastronomía: el pequeño pueblo tiene una decena de restaurantes y un mercado gastronómico, es decir, una feroz competencia que sólo puede suponer cotas altas de calidad.

Entre ellos está, precisamente, El Rey de Patones, fue el pionero hace ya más de cinco décadas y sigue ya con la tercera generación a los mandos. Locales como el Lavadero de Patones o El Chiscón, todos en locales con encanto en un pueblo sobrado de encanto. En cualquiera de ellos se puede disfrutar de los platos típicos de la zona: el cabrito, el lechazo, las migas, los callos, el chuletón, con la mejor materia prima de la Sierra de Guadarrama.

La octava maravilla... de la gastronomía

Y qué mejor sitio para terminar nuestro recorrido que otra villa que puede presumir de ser Patrimonio de la Humanidad: San Lorenzo del Escorial y su impresionante monasterio que ya hace siglos era reconocido como la octava maravilla del mundo.

El increíble edificio obra de Juan Bautista de Toledo y, sobre todo, Juan de Herrera, es en sí mismo un espectáculo de belleza difícilmente comparable con nada conocido hasta la fecha, pero es que además está lleno de tesoros: el Panteón Real, la biblioteca que es una de las más hermosas del mundo, una colección de pintura que sería el museo más destacado de cualquier capital europea…

Todo en un entorno natural irrepetible, que quizá se disfruta más que nunca en otoño, en una sierra llena de rincones con encanto y, en no pocos lugares, con unas vistas increíbles sobre el propio Monasterio, como las de la famosa Silla de Felipe II desde la que, según la tradición, el propio Rey contemplaba el avance de su gran obra.

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Uno de los platos de Montia | MA Sánchez - Comunidad de Madrid.

Y en ese lugar que ya parece tenerlo todo, además, es posible acceder a experiencias gastronómicas por todo lo alto, incluido Montia, un restaurante con una estrella Michelin y dos soles Repsol premiando una cocina completamente integrada con los productos de la zona y que cuida al máximo nivel la materia prima, la cocina y todo lo que contribuye en la sala a que la experiencia sea totalmente redonda.

El Charolés, por su parte, es uno de los grandes clásicos de la villa: conocido en toda la región por su excelente cocina tradicional y, sobre todo, por un cocido que presume, con razón, de ser uno de los mejores de Madrid. Es Vesta Taberna, por su parte, la mejor gastronomía con productos de la zona se disfruta en un entorno algo más desenfadado y, finalmente, los más carnívoros tendrán una cita ineludible con la parrilla de Luz de Lumbre y sus carnes de primera.

Y si después de la buena mesa nos quedan ganas, que seguro que sí, se puede redondear un día perfecto de patrimonio, naturaleza, cultura y gastronomía pasando por la tienda de La Cabezuela y comprendo algunos de los mejores quesos de Madrid, una comunidad que lo tiene todo en sus cuatro puntos cardinales.

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