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Carta de amor

He vuelto a mi amada

Sentado en la sillita de pensar y con las orejas cortadas en pico. Así he vuelto a los brazos de mi amada. A mi imaginación. 

Carta de amor: "He vuelto a mi amada"

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La había abandonado. No cumplía con parte de las promesas que nos hicimos el día de nuestras bodas. Nunca serías de carne. Nunca flotarías en el aire. Ella me juro fidelidad y felicidad a cambio de que la encarcelara entre mis costillas. Nunca debería salir nada de nuestras charlas por la lengua de carne. Y la traicioné. Vuelvo a ti, amada. 

Te recuerdo en mi primer recuerdo. Infante y asustado, tú acudías y me hacías el guerrero del antifaz. Intrépido y valiente. Mi menudez no era óbice. Nada se anteponía a la fiereza de la pareja que formábamos. Ni padres, ni curas. Ni compañeros ni maestros. Hasta con el dios cruel que me dejaría pequeño por lo que tú y yo sabemos, de tu mano, me encaraba. 

Luego me hiciste novio de la pasión. No conocí chavala alguna que me inquietara a la que no me aupases para que pudiese deslizarme por el canal del deseo. 

Colaboraste infatigable, codo con codo, en todo mi devenir laboral. Te soy deudor de cualquier cosa que se considere éxito en el mundo de la guerra de la supervivencia. Educaste a mi prole y pusiste tus mejores huevos en ella. 

Las sombras entre luces con mi amada de piel de melocotón, las llenaste de claridad con los cuentos, los poemas y la esgrima dialéctica de la paz que sabes tejer. Y sigues de mi mano. Perdonas y perdonas sin el más mínimo resentir.

Sólo deseo morir sonriendo contigo, liberarte de la cárcel de huesos y que flotes tranquila en la levedad de la nada. Moviendo tu mano como el cazador de moscas por si una mota de mi polvo pasa por tus cercanías.

Anónima

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