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Consejos para no quemarse con el sol en vacaciones

Quemarse con el sol es habitual en vacaciones, pero no es bueno para la salud. Ponerse protección ayuda. ¿Qué más consejos hay?

Quemarse con el sol es habitual en vacaciones, pero no es bueno para la salud. Ponerse protección ayuda. ¿Qué más consejos hay?
Kamakura | Flickr/CC/kirainet

Las vacaciones de verano son seguramente lo más esperado durante todo el año, esos días de desconexión, familia, amigos, pareja, playa o piscina y sol, mucho sol. Durante los meses de julio y agosto especialmente las playas de todo el mundo se llenan de personas deseosas de sol y salitre. Pero tomar el sol como se hace no es una costumbre demasiado saludable para la piel, sin embargo, se trata de una costumbre tan arraigada en la sociedad que resulta difícil concienciar a los ciudadanos de los efectos perjudiciales que el sol puede tener para el organismo. Además, existen también muchos mitos y falsas creencias sobre la exposición al sol.

Sin embargo, hay que tener cuidado para que los días de descanso no supongan la aparición de una quemadura solar. De hecho, hay un dato que debería alarmar y es que el 55% de los adultos y el 65% de los jóvenes ha sufrido fuertes quemaduras en más de una ocasión a lo largo de su vida, según datos de la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV). Por tanto, si este verano no se quiere aumentar ese porcentaje hay que tomar una serie de medidas en el momento de tomar el sol.

De hecho, desde los gobiernos se realizan año tras año intensas campañas durante el verano para alertar y prevenir el cáncer de piel por exposición al sol, pero muchas personas en vacaciones se liberan de toda restricción y asumen como único objetivo disfrutar del clima y la playa. Tanto es así que incluso hay quienes no utilizan protector solar, pues consideran que es para los niños, o para quienes se quedarán en la arena por mucho tiempo tomando el sol.

El sol es beneficioso pero también dañino para la salud por lo que proteger la piel de los rayos solares es esencial para mantenerla sana y evitar quemaduras, envejecimiento prematuro y el riesgo de desarrollar enfermedades cutáneas. ¿Cómo es mejor protegerla en verano?

  • Usar protector solar. Antes de exponerse al sol hay que aplicar un protector solar de amplio espectro con un factor de protección solar (FPS) de al menos 30 en todas las áreas expuestas de la piel, incluso en días nublados. Hay que elegir bien el protector y, si se va a utilizar en la playa y/o piscina lo ideal es que sea resistente al agua.
  • Reaplicar la protección. La industria cosmética se ha dado cuanta de que sus productos de protección solar deben tener una textura y un aroma apetecibles para que de este modo uno se lo aplique como es debido. No obstsante, no solo hay que ponérselo unos 15 minutos antes de exponerse al sol, sino que hay que reaplicarlo cada dos horas o después de bañarse y extenderse la cantidad óptima para cubrir cara y cuerpo adecuadamente.
  • Crema solar water resistant o waterproof. Diferenciar entre estos dos términos puede ser de ayuda para proteger mejor la piel del sol. El primero se refiere a aquellos protectores solares que no pierden su escudo solar hasta 40 minutos después de haber entrado en contacto con el agua. Mientras que el segundo tipo actúa más de 80 minutos después de haber entrado en contacto con el agua.
  • Evitar tomar el sol a mediodía. Las horas centrales del día (12.00 a 16.00 horas) son las más perjudiciales para tomar el sol, ya que en ellas las radiaciones solares son mucho más fuertes. Uno de los consejos para protegerse del sol más habituales es evitar la exposición al sol durante estas horas. Lo mejor, sin duda, será permanecer a la sombra, bien hidratado y con la protección solar adecuada en el cuerpo.
  • Estar a la sombra. Nada tan sencillo como estar a la sombra para protegerse del sol en la playa, tanto es así que la sombrilla es uno de los accesorios que no pueden faltar. En caso de no llevar, es obligatorio el uso de un sombrero que al menos proteja el cuero cabelludo del sol, sobre todo entre las 10.00 y las 16.00 horas. Alternar entre el sol y la sombra es uno de los consejos para protegerse del sol básicos que debes cumplir, sobre todo si se viaja con niños.
  • Usar ropa protectora. Vestir ropa de manga larga, pantalones largos y un sombrero de ala ancha para cubrir la mayor parte del cuerpo es otra de las maneras para protegerse del sol. Además, lo mejor es optar por prendas de colores claros y tejidos transpirables para mantenerse fresco.
  • Utilizar gafas de sol. Proteger los ojos de los dañinos rayos ultravioleta usando gafas de sol que bloqueen el 100% de los rayos UVA y UVB.
  • Evitar las camas de bronceado. Las camas de bronceado emiten radiación ultravioleta que puede dañar la piel y aumentar el riesgo de cáncer cutáneo. Si se quiere estar moreno todo el año se puede optar por alternativas más seguras, como los autobronceadores sin sol.
  • No relajarse los días nublados. Aquello de que los días nublados el sol "no pega", es un mito. Simplemente, estos días no se percibe la luz del sol y parece que su efecto es menor, pero nada más lejos de la realidad. Uno puede quemarse incluso más los días nublados que los más soleados.
  • Mantenerse hidratado. El sol y el calor pueden deshidratar rápidamente, por lo que es importante beber suficiente agua y evitar las bebidas alcohólicas o con cafeína, ya que pueden aumentar la pérdida de líquidos. Al beber, se ayuda a que la piel permanezca suave e hidratada para afrontar la exposición al sol. Comer frutas frescas también ayudará a mantenerte hidratado. Por lo que, para una jornada intensa playera lo mejor es llevar frutas como melón, sandía, mango, papaya, uvas o melocotones para hidratar el cuerpo y sentirse más fresco.
  • Prestar atención a las medicaciones fotosensibles. Algunos medicamentos pueden aumentar la sensibilidad de la piel al sol, lo que aumenta el riesgo de quemaduras. Lo mejor es consultar con el médico si se estás tomando algún medicamento y hay que tomar las precauciones necesarias.
  • Realizar autoexámenes de la piel. Antes, durante y después de la exposición al sol hay que prestar atención a los cambios en la piel, como manchas nuevas, lunares que cambian de forma o color, o heridas que no cicatrizan.

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