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¿Por qué es importante proteger la piel del sol en invierno?

El invierno es duro para la piel, el sol, el viento y el frío son malos aliados. ¿Cómo hay que proteger la piel? ¿Por qué es tan importante?

El invierno es duro para la piel, el sol, el viento y el frío son malos aliados. ¿Cómo hay que proteger la piel? ¿Por qué es tan importante?
mujer, rubia, mira | Pixabay/CC/3803658

En el invierno el aire en el exterior es más bien seco y en los hogares y establecimientos varios la temperatura alta, con lo que hay grandes diferencias. Estos cambios bruscos de temperatura y humedad pueden resecar la piel, especialmente de la cara y de las manos al ser las más expuestas, haciendo que pierda elasticidad. Por eso es importante cuidarla tanto o más que durante el verano.

También hay que tener en cuenta que, aunque los rayos solares son menos fuertes en invierno, la radiación no varía con la temperatura ambiente. Por tanto, también es importante proteger la piel durante esta estación, especialmente cuando se hacen actividades como esquiar o ir a la montaña. De hecho, hay una falsa creencia extendida de que la radiación cambia con la temperatura ambiente cuando, en realidad, son otros elementos los que la condicionan, como la altitud o la latitud.

Por ello, hay que tener en cuenta que es importante protegerse del sol también en invierno porque la radiación ultravioleta (UV) infrarroja y visible que está implicada en el envejecimiento cutáneo o en el cáncer de piel sigue presente durante estos meses. Además durante el invierno, se practican deportes al aire libre como correr o esquiar, actividades en las que la exposición ultravioleta es visible.

Por tanto, en la prevención del cáncer de piel, uno de los aspectos importantes a tener en cuenta es la cantidad de sol a la que se está expuesto durante el día. En este sentido, hay que tener en cuenta que no es lo mismo una persona que trabaja en una oficina, que otra que lo haga en zonas exteriores o que juega al golf durante horas. El tiempo de exposición en estos casos es diferente y, como consecuencia, la necesidad de protección solar también. Lógicamente, cuanto más sol, más riesgo, pero sí que es verdad que si la cantidad es mínima porque la intensidad es pequeña y el tiempo que estás expuesto es poco, probablemente no haría falta ponerse protector.

Además del tiempo de exposición, otro elemento clave al que hay que prestar atención en el cuidado de la salud es al tipo de piel. Es importante conocer sus características para saber, por tanto, el nivel de riesgo de quemaduras o de otros daños provocados por la radiación solar. Por otra parte, hay que señalar que es indudable que el sol envejece la piel. Es cierto que hay una parte genética contra la que no se puede luchar, pero si al ADN de cada uno se le añade la exposición solar, la piel envejecerá más deprisa.

No obstante, hay que tener en cuenta que el descenso de la temperatura en invierno hace cambiar el metabolismo de la piel. Con temperaturas bajas, las glándulas sebáceas reducen su actividad. Debido a esta falta de grasa, la piel queda desprotegida y la hace más sensible. Esto es uno de los motivos de que las personas que son propensas a tener la piel seca, tengan aún más problemas en el invierno ya que su piel se tensa y empiezan a tener picores. La piel puede incluso llegar a desgarrarse y a aparecer accemas a menudo durante esta estación. Para evitar esto, hay que tratar de reducir la pérdida de agua de la piel y, para mantener la humedad en la piel, hay que utilizar lociones hidratantes como el aceite de jojoba o de almendra. Esas lociones hidratantes alisan la piel y evitan la deshidratación de la piel dejando la piel respirar. Pero, quien practique deportes de invierno a bajas temperaturas, debería usar además cremas con filtros UVA porque incluso en días nublados, los rayos del sol pueden penetrar y reflejar su radiación en la nieve.

La protección solar es importante también en invierno porque, aunque haga frío y el cielo no esté despejado, la intensidad de los rayos ultravioletas aumenta con la altura, y su reflejo en la nieve (que puede llegar hasta al 80%) multiplica la radiación que acaba recibiendo la piel, por lo que en las pistas de esquí el peligro de sufrir quemaduras y daño solar es muy alto. Para prevenir los efectos nocivos de la radiación solar, hay que aplicar un protector solar de alta o muy protección (FPS 30, 50 o 50+) en todas aquellas zonas que queden descubiertas 30 minutos antes de exponerse al sol.

Por su parte, las bajas temperaturas también ejercen una agresión directa sobre la piel sana, especialmente en las pieles sensibles, y pueden desencadenar o empeorar algunas enfermedades dermatológicas. De hecho, en esta época hay más posibilidades de que se produzcan eccemas, pues la piel puede estar irritada por la sequedad causada por el frío y el viento.

Sensibilidad al frío

Las pieles finas, las blancas, aquellas que están expuestas al aire acondicionado o a calefacción muy alta son más susceptibles a la agresión del frío. De hecho, en las pieles más expuestas al aire acondicionado o la calefacción se pueden producir graves deshidrataciones. En cuanto a las pieles finas, tienen menos glándulas sebáceas, por lo tanto, su lubricación natural es baja.

Además hay que tener en cuenta que la contaminación ambiental, que no disminuye en invierno sino todo lo contrario, no sólo ensucia la piel sino que la irrita, produciendo distintos tipos de dermatitis. En general, un buen producto de limpieza y una crema, si puede ser oleosa, que contenga vitaminas E, A y C ayudarán a proteger y a prevenir los efectos de la contaminación y el frío.

Problemas de la piel en invierno

El frío del invierno puede hacer mella en la piel, especialmente la más expuesta al frío como pueden ser las manos y la cara, aunque no lo parezca. En muchos casos, las bajas temperaturas pueden eliminar la barrera protectora natural de la piel, permitiendo que se produzca la deshidratación y entren amenazas irritantes. Tanto es así que, según la British Skin Foundation (BSF), los problemas de la piel son una de las razones más comunes por las que las personas visitan a su médico en otoño y en invierno.

Con un clima más frío, cae la humedad atmosférica y aumenta el ambiente seco. La falta de humedad del invierno puede ser el responsable de la sensación de picor que se experimenta durante estos meses. Y esto se produce porque la respuesta inflamatoria se activa y libera histaminas. Otro problema asociado con el invierno, aunque no suele dársele mucha importancia, es el de los rayos solares. No solo es necesario protegernos durante el verano, cuando el sol brilla más intensamente; hacerlo también durante el invierno es fundamental. El motivo es claro y es que los rayos UV que causan el envejecimiento están llegando a la piel y pueden ser causa de melanoma.

Por tanto, proteger la piel del sol en invierno es igual de importante que en verano, aunque el clima frío y las temperaturas más bajas puedan engañar y hacer pensar lo contrario. Aquí hay algunas razones por las cuales se debe prestar atención a la protección solar durante la temporada invernal:

  1. Daño solar persistente: A pesar de las bajas temperaturas, los rayos ultravioleta (UV) del sol siguen llegando a la Tierra durante el invierno. Estos rayos UV pueden causar daño a la piel, como quemaduras solares, enrojecimiento y, a largo plazo, aumentar el riesgo de cáncer de piel. La nieve y el hielo pueden incluso reflejar los rayos UV, aumentando la exposición en áreas montañosas.
  2. Envejecimiento prematuro: La exposición crónica al sol sin protección puede llevar al envejecimiento prematuro de la piel. Esto se manifiesta en forma de arrugas, líneas finas y manchas oscuras. Incluso en invierno, la radiación UV puede contribuir a estos signos de envejecimiento.
  3. Cáncer de piel: El cáncer de piel no entiende de estaciones. La radiación UV es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de cáncer de piel, y la exposición solar sin protección en invierno puede contribuir a este riesgo. Tanto es así que no se debe subestimar el peligro de los rayos UV en invierno, especialmente en regiones con alta altitud o latitudes cercanas al ecuador.
  4. Efectos acumulativos: El daño solar es acumulativo a lo largo de la vida. Cada exposición al sol sin protección, incluso en invierno, contribuye a la carga total de daño en la piel. Por lo tanto, proteger la piel en todas las estaciones es esencial para mantener la salud cutánea a largo plazo.
  5. Salud general: La piel es el órgano más grande del cuerpo y su salud está vinculada a la salud general. Cuando se cuida adecuadamente la piel, se está contribuyendo al bienestar en general y reduciendo los riesgos de problemas dermatológicos y de salud relacionados con el sol.

Hay que tener en cuenta que durante el invierno las partes más expuestas suelen ser la cara y las manos y son las que más sufren por las bajas temperaturas. Sobre todo los labios, que tienen tendencia a deshidratarse y en consecuencia, se secan y cortan con facilidad. Por esta razón, en invierno no solo es conveniente tener siempre a mano un fotoprotector, sino también un hidratante labial con filtro solar.

No obstante, aunque estén cubiertas, las piernas están especialmente secas en está época al una zona de la piel con muy pocas glándulas sebáceas (menos grasa), así que hay que intensificar su hidratación. Tampoco hay que olvidar las gafas de sol homologadas, sobre todo en la nieve, ya que una excesiva exposición a la radiación ultravioleta aumenta el riesgo de contraer cataratas y otros daños en el tejido ocular.

¿El sol puede dañar la piel en los días nublados o de lluvia?

La radiación no cambia con la temperatura, por tanto, ni el fresco ni el aire hacen que los rayos solares perjudiquen menos la piel. De hecho, las nubes apenas filtran nada de radiación ultravioleta, que es la que hace daño al ADN de las células. En cambio, sí filtran los infrarrojos, que son los que producen la sensación de calor y queman. Además, hay que tener en cuenta que los rayos ultravioletas también influyen en días de lluvia, pero en menor intensidad.

Consejos para cuidar la piel en invierno

  • Hidratarse bien: El frío es uno de los principales responsables de la deshidratación, seguido del aire y el exceso de las calefacciones dentro de las casas. Pero hay que tener en cuenta que cada zona del cuerpo demanda un tipo de hidratación distinta, por ejemplo, para la cara es recomendable que la crema hidratante lleve siempre un factor de protección para el sol. En el caso del resto del cuerpo, la hidratación es fundamental sobre todo en zonas como las piernas y los pies. No hay que olvidar que, por su mayor exposición al frío, las manos y los labios son especialmente sensibles, de ahí que deban mantenerse bien hidratados.
  • Protección contra el sol: Es evidente que durante el invierno no se está tan expuesto a los rayos solares porque el cuerpo queda cubierto con ropa. Pero hay algunas zonas, como la cara y el cuello, que permanecen expuestas todo el año y aquí es donde pueden ocurrir la mayoría de cánceres de piel. Es importante, además de usar gafas de sol para protegernos los ojos, aplicar un protector solar de amplio espectro con un factor de protección solar de 15 o más, cada día, en toda la piel expuesta. Es fundamental, también, cubrir todas las zonas, como la parte superior de las orejas, alrededor de los ojos y cerca de la línea del cabello.
  • Usar unas buenas gafas de sol porque la intensidad de rayos UV es dañina para el glóbulo ocular.
  • Evitar baños y duchas muy calientes: Aunque no hay nada mejor que una ducha de agua caliente en un día frío, esta práctica es en realidad uno de los principales enemigos para la piel. El motivo es que demasiada agua caliente provoca una mayor evaporación de la hidratación de la piel. Es preferible, en cambio, usar agua tibia en lugar de agua muy caliente, limitar el tiempo de cinco a diez minutos y secar suavemente con una toalla, con pequeños golpecitos, sin frotar fuerte para evitar dañar la piel. Inmediatamente después de secarla, y aunque quede un poco húmeda, hay que aplicar la crema hidratante.
  • Usar productos suaves y sin perfume: Algunos productos para el cuidado de la piel son muy fuertes si se sufre sequedad y sensibilidad. Para evitar empeorar estos síntomas, lo aconsejable es no usar productos que contengan alcohol o fragancias.
  • Humidificar: El calor que mantiene caliente el hogar también es muy seco y, debido a que las ventanas están casi siempre cerradas, queda atrapado dentro. Usar un humidificador agrega humedad al aire, por lo que ayuda a combatir la piel seca del invierno.

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