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Descubren un agujero negro tan grande que podría tragarse miles de galaxias

Descubren un agujero negro 36.000 millones de veces más masivo que el Sol: podría ser el más grande jamás detectado en el universo.

JUAN CARLOS ALGABA, UNIVERSITI MALAYA

En un rincón lejano del universo, a unos 5.000 millones de años luz de la Tierra, los astrónomos han detectado lo que podría ser el agujero negro más masivo jamás observado. Su tamaño es tan descomunal que roza el límite teórico de lo que la física actual considera posible. Se encuentra en el corazón de la galaxia conocida como la Herradura Cósmica, cuyo nombre proviene de la espectacular deformación de la luz que genera, formando un anillo visible desde la Tierra.

El hallazgo, publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, supone un salto importante en nuestra comprensión del cosmos y de cómo evolucionan las galaxias. Este agujero negro ultramasivo, que pesa 36.000 millones de veces más que nuestro Sol, supera con creces al de la Vía Láctea, que "solo" alcanza los cuatro millones de masas solares.

Pero lo más llamativo del descubrimiento es cómo se ha logrado: no por emisiones de energía ni por señales espectaculares, sino por su simple y silenciosa influencia gravitatoria. "Este agujero negro no está activo, no devora materia en este momento. Lo hemos identificado por la forma en que su gravedad deforma la luz y acelera las estrellas a su alrededor", explica Carlos Melo, investigador de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, en Brasil.

¿Cómo se ha descubierto este agujero negro gigante?

El equipo de investigadores combinó dos técnicas: lentes gravitacionales —el efecto que la masa tiene sobre la trayectoria de la luz— y cinemática estelar, que analiza el movimiento de las estrellas dentro de la galaxia anfitriona. Esto les permitió "ver" lo invisible y confirmar con un alto grado de certeza la existencia de este coloso cósmico.

"El resultado es asombroso. Estamos ante uno de los diez agujeros negros más masivos jamás descubiertos, y posiblemente el más masivo de todos", subraya Thomas Collett, profesor de la Universidad de Portsmouth y coautor del estudio.

La galaxia que lo alberga, además, no es una cualquiera. Se trata de un grupo fósil: una estructura enorme, resultado de la fusión de múltiples galaxias que han colapsado en una sola sin dejar vecinas brillantes a su alrededor. Esto implica que, probablemente, los agujeros negros de todas esas galaxias también se fusionaron, dando lugar a la bestia gravitatoria que hoy observamos.

¿Por qué es tan importante este descubrimiento?

Aunque el descubrimiento se produjo mientras los investigadores estudiaban otros aspectos de la galaxia, como su oscuridad, su importancia va más allá del hallazgo fortuito. Los agujeros negros ultramasivos son piezas clave para entender la evolución de las galaxias. De hecho, se cree que cuanto más crece una galaxia, más materia canaliza hacia su agujero negro central, lo que puede dar lugar a fenómenos como los cuásares: núcleos galácticos extremadamente brillantes y energéticos.

Nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, alberga un agujero negro que no está activo en estos momentos. Pero cuando se fusione con la vecina Andrómeda, dentro de unos 4.500 millones de años, podría volver a encenderse como un cuásar. Este tipo de procesos, en los que las galaxias y sus agujeros negros crecen y evolucionan en conjunto, siguen siendo una de las grandes incógnitas de la astrofísica moderna.

¿Puede nuestra galaxia llegar a tener un agujero negro así?

Quizá lo más revelador de este hallazgo es que no hubo fuegos artificiales ni señales de radio ni rayos X. Solo la deformación sutil de la luz y el movimiento frenético de las estrellas delataron la presencia de esta entidad invisible. En un universo cada vez más ruidoso en términos de datos, resulta casi poético que uno de los mayores descubrimientos haya llegado en silencio.

Mientras los astrónomos afinan sus modelos y esperan nuevos datos del telescopio espacial James Webb, este gigantesco agujero negro ya ocupa un lugar en la historia de la ciencia. No solo por su tamaño, sino por recordarnos que el universo aún guarda secretos capaces de desafiar lo que creemos saber.

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