La reentrada en la atmósfera de la cuarta etapa del cohete Jielong-3, lanzado por China el pasado 8 de agosto, provocó un fenómeno luminoso observado en la noche del domingo desde distintos puntos de la provincia de Almería y otras zonas del sureste peninsular.
Según la Red de Investigación de Bólidos y Meteoritos (SPMN), el episodio tuvo lugar pocos minutos antes de la medianoche, cuando varias bolas de fuego atravesaron el cielo durante varios segundos dejando una larga estela. Las imágenes fueron captadas en localidades almerienses como Roquetas de Mar, Las Salinas de Cabo de Gata o Vera, y también desde Granada, Murcia, Alicante y Baleares.
Basura espacial procedente de un lanzamiento reciente
El objeto observado era un resto espacial que había completado su función tras el lanzamiento, permaneciendo en órbita hasta su reentrada y fragmentación en la atmósfera. Este tipo de episodios, explica la SPMN, pueden prolongarse durante minutos y recorrer trayectorias amplias y rasantes, con múltiples fragmentos visibles al mismo tiempo.
En este caso, los restos correspondían a un lanzamiento efectuado tres días antes, lo que confirma que la caída se produjo de forma controlada dentro de los plazos habituales para este tipo de artefactos.
Datos técnicos del recorrido
El Observatorio Astronómico de Calar Alto, ubicado en la sierra almeriense de Los Filabres, precisó que la reentrada comenzó sobre el Atlántico a una altitud de 118 kilómetros, con un recorrido de más de 900 kilómetros y una velocidad aproximada de 29.000 kilómetros por hora.
La trayectoria permitió que el fenómeno fuera visible en un amplio radio, coincidiendo con condiciones meteorológicas que facilitaron su observación.
Episodios cada vez más frecuentes
Los especialistas recuerdan que la reentrada de restos espaciales en la atmósfera es un suceso que se produce con creciente frecuencia debido al incremento de lanzamientos y actividad en órbita. Un caso similar ocurrió a finales de marzo, cuando la reentrada de un Falcon 9 de SpaceX dejó una espiral luminosa visible en el cielo.
Estos fragmentos, aunque espectaculares, suelen desintegrarse por completo antes de llegar a la superficie terrestre, sin suponer un riesgo directo para la población.