
Un estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters propone que los llamados ‘pequeños puntos rojos’, enigmáticas galaxias compactas observadas en el universo primitivo por el Telescopio Espacial James Webb (JWST), podrían haberse formado en halos de materia oscura con rotación muy lenta, una estructura cósmica extremadamente rara que representaría solo el 1 % de estos halos.
Un hallazgo destacado del James Webb
Estos objetos, descritos como galaxias distantes, muy compactas y de color rojo, habían pasado inadvertidos hasta las observaciones del JWST. Según Fabio Pacucci, investigador del Centro de Astrofísica | Harvard & Smithsonian y autor principal del estudio junto con Abraham Loeb, podrían considerarse uno de los descubrimientos más relevantes del telescopio.
Las observaciones indican que son visibles cuando el universo tenía aproximadamente mil millones de años, aunque su origen se remontaría a la época conocida como amanecer cósmico. A pesar de medir solo una décima parte del tamaño de una galaxia típica, presentan un brillo inusual que podría deberse a grandes cantidades de polvo o a la presencia predominante de estrellas antiguas.
El debate sobre su naturaleza
Desde su descubrimiento, la comunidad científica ha debatido si la luz de estos objetos proviene de estrellas o de agujeros negros supermasivos en su centro. El estudio no pretende resolver este punto, pero sí explicar cómo podrían haberse formado.
Los autores señalan que los halos de materia oscura actúan como andamios invisibles en torno a los que se agrupan las galaxias. En este caso, las simulaciones y modelos apuntan a que los pequeños puntos rojos se formarían en halos de espín extremadamente bajo, dentro del primer percentil de la distribución, lo que genera galaxias más compactas y densas.
Un fenómeno raro pero más común que los cuásares
La hipótesis plantea que la rareza de estos objetos se debe a la baja frecuencia de halos con rotación lenta, que serían solo el 1 % de la población total. Sin embargo, su abundancia sería mayor que la de los cuásares, núcleos galácticos extremadamente brillantes alimentados por agujeros negros supermasivos.
Este modelo también explicaría por qué los pequeños puntos rojos se observan solo durante un periodo limitado de unos mil millones de años en el universo temprano: con el tiempo, los halos de materia oscura crecen y adquieren mayor momento angular, dificultando la formación de galaxias tan compactas.
Implicaciones para la formación estelar y de agujeros negros
Pacucci y Loeb subrayan que los halos de bajo espín tienden a concentrar masa en su centro, lo que facilita tanto la formación rápida de estrellas como el crecimiento de agujeros negros. Algunos de estos puntos muestran amplias líneas de emisión que podrían indicar la presencia de núcleos activos, aunque sin la característica radiación de rayos X que se asocia a ellos.
El equipo lidera nuevos programas de observación para comprender mejor estos objetos, incluyendo la búsqueda de galaxias cercanas con propiedades similares que permitan estudiar su evolución a lo largo del tiempo cósmico.




