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Así revolucionará la vacuna contra el coronavirus la forma de luchar contra la gripe

El desarrollo de las vacunas contra el coronavirus podría mejorar la forma en que luchamos contra la gripe.

El desarrollo de las vacunas contra el coronavirus podría mejorar la forma en que luchamos contra la gripe.
Laboratorio del Centro Nacional de Gripe de Valladolid | Europa Press/Centro Nacional de Gripe de Valladolid

A las puertas de que empiece la campaña de vacunación anual, la gripe vuelve a ser noticia por la posibilidad de que este año regrese con más fuerza. Una de las ideas que sustentan esta teoría es que las vacunas tengan una efectividad algo más baja que en otras temporadas por el hecho de que se fabrican tomando en cuenta las cepas que más han propagado en los meses anteriores y en esta ocasión apenas ha circulado. Sin embargo, este problema al que se enfrentan los científicos año tras año podría estar cerca de ser solventado: las vacunas de ARN mensajero que han conseguido bajar radicalmente la tasa de mortalidad y de ingreso hospitalario por coronavirus pueden también revolucionar la forma en que luchamos contra la gripe.

La vacuna contra la gripe cambia todos los años: se fabrica anualmente basándose en la vigilancia a nivel mundial sobre la enfermedad que realizan unos 150 centros en todo el mundo, encargados de recoger muestras de gripe humana y seleccionar "las más representativas" y las "más graves" en grupos vulnerables, según explica Iván Sanz, Responsable Científico y de Vigilancia Virológica del Centro Nacional de Gripe de Valladolid. Después, las muestras y conclusiones son estudiadas por un centro de referencia a nivel geográfico (el europeo está en Londres) y con estos estudios se ve "por dónde va el virus" y "qué es lo más probable que pase en el futuro".

Esa información es la que utiliza la OMS para decidir, en febrero, qué subtipos de gripe van a llevar las vacunas antigripales. A partir de ese momento las farmacéuticas se ponen a fabricar las vacunas que se inyectarán en otoño y que servirán para hacer frente al virus cuando este aparezca, algo que ocurre habitualmente entre diciembre y enero.

Sin embargo esta estrategia, la única posible hoy en día, presenta problemas: como recuerda Sanz, la gripe es un virus que "muta diez veces más rápido" que el coronavirus y el virus contra el que se preparan las vacunas "se parece menos de lo que querríamos" al que finalmente circula en invierno. En el plazo entre el momento en que se decide contra qué virus actuar y el de poner la vacuna, unos ocho meses, el virus sigue mutando. Sin embargo, ese tiempo es el que necesita la tecnología actual de las vacunas contra la gripe, basadas en su mayoría en huevos embrionados de gallina y también en cultivos celulares.

Ganar tiempo contra la gripe

Todo podría cambiar si se consiguiera una vacuna contra la gripe basada en la técnica de ARN mensajero, la utilizada por las vacunas de Pfizer y Moderna y que ha permitido tener vacunas contra el coronavirus al año de su aparición. Con esta tecnología sólo se necesita secuenciar el patógeno contra el que se va a actuar: la vacuna introduce en nuestro cuerpo las "instrucciones" para que las células humanas produzcan una proteína del virus capaz de desatar una respuesta inmune.

Según estima Sanz, si finalmente se aprobaran, sería posible actualizarlas año a año con un plazo de dos meses, lo que permitiría seguir vigilando la gripe hasta poco antes de empezar a fabricar y distribuir las vacunas, y "que la vacuna que se ponga sea casi, casi el mismo virus" que se esté propagando. "Podría hacernos ganar muchísima efectividad", sostiene.

Las nuevas vacunas también ayudarían a evitar otros problemas asociados a las vacunas basadas en los huevos embrionados de gallina, tales como la dependencia de la producción mundial o que los vacunas así fabricadas presenten mutaciones asociadas a las aves que hacen que sean algo más diferentes a las que presentará el virus en humanos. "Hay muchísimas ventajas", insiste Sanz, que subraya cómo esta tecnología ha abierto "un campo muy grande" en la lucha contra varias enfermedades, entre ellas la gripe.

Estudios en marcha

Ya hay varias investigaciones para aplicar la técnica del ARN mensajero a las vacunas contra la gripe. Moderna trabajaba ya en una antes de la pandemia y Sanofi-Pasteur y Pfizer también tienen estudios en marcha. A ellos se suman otras investigaciones aún incipientes que apuntan a la posibilidad de una vacuna "universal" contra la gripe, basada en proteínas que mutan raramente y que pueda dar una protección más duradera. Incluso se está estudiando si se podrá vacunar contra la gripe a la vez que contra otras enfermedades, con un único pinchazo: Moderna está trabajando en esta posibilidad, combinando proteínas de la gripe, covid y el virus respiratorio sincitial (VRS).

Aún quedan probablemente años para que estas vacunas terminen los ensayos, lleguen al mercado y aumenten la efectividad habitual de las actuales contra la gripe, que suele oscilar entre un 40 y un 60%. Entre tanto, las vacunas existentes también se están intentando mejorar: un ejemplo es la vacuna tetravalente coadyuvada, que combate cuatro cepas y que es más eficaz en los ancianos o la vacuna contra la gripe de alta dosis, que multiplica por cuatro la cantidad de antígeno para aumentar la respuesta inmune.

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