
¿Quién no se ha quemado alguna vez al sol? De forma consciente o inconsciente, la gran parte de la población ha sufrido alguna quemadura solar a lo largo de su vida. Evitar su aparición es crucial en la prevención del cáncer de piel, ya que el riesgo de melanoma en la edad adulta se duplica si se han sufrido quemaduras siendo más joven. Pero también es importante saber qué hacer y qué no en caso de sufrirlas y, lo primero, es identificar cuándo la piel se ha quemado por el sol.
¿Qué son las quemaduras? Las quemaduras solares son una reacción aguda y visible fruto de la exposición excesiva de la piel a la radiación ultravioleta, concretamente a los rayos UVB. Estas se producen cuando se sobrepasa el tiempo de exposición al sol por el cual la melanina ya no puede proteger la piel. Pero, ¿Cómo se sabe cuánto tiempo se tolera el sol? El tiempo que tolera el sol cada persona tiene que ver con la genética, es lo que se llama fototipo solar, que determina el tiempo que cada persona puede estar expuesta al sol sin quemarse.
Además, es importante saber que los signos de la quemadura pueden variar en función de la gravedad. La forma más leve de quemadura solar es el eritema solar, cuando uno se pone rojo y esta rojez dura varias horas después de la exposición al sol. Si el tiempo de exposición aumenta esa quemadura se convertirá en una quemadura más grave, con formación de ampollas. Normalmente la quemadura se inicia tras 4-6 horas de exposición a la luz solar, alcanza un máximo después de 12-24 horas y comienza a disminuir a partir de las 72 horas. La intensidad de la quemadura dependerá de muchos factores como del tiempo y horario de exposición, del clima, de la latitud, del espesor de la capa de ozono, del grado pigmentación previa y del tipo piel.
En cuanto a los signos, el primer estadio de las quemaduras se caracteriza por un intenso enrojecimiento cutáneo con hinchazón y sensación de calor y puede ir seguido de la aparición de vesículas y ampollas. Posteriormente, se forman costras y, finalmente, descamación y curación de las lesiones.
En caso de quemaduras leves el eritema inflamatorio es seguido solamente por la descamación, con la subsiguiente pigmentación de la piel, pero en los casos más graves donde se asocia la irradiación intensa con congestión por calor, puede aparecer malestar general con fiebre, náuseas, vómitos, cefaleas e, incluso, colapso circulatorio.
En todos los casos es importante saber que, aunque los síntomas desaparezcan en unos días el daño en la piel permanece. El motivo es que la piel tiene memoria y cada quemadura solar provoca un daño en el ADN de la célula cutánea afectada por la quemadura. Estas células tienen el poder de reparar este daño, pero si se repiten las quemaduras en la misma zona se perdería este poder reparador y poder acabar desembocando, con el paso de los años, en un cáncer de piel.
Cómo actuar después de la quemadura
Para evitar daños mayores en el piel y eliminar las molestias de las quemaduras, lo que hay que hacer es tratar la zona lo antes posible, incluso aunque sólo esté enrojecida la piel y con pocas molestias. Por tanto, justo después de la exposición al sol hay que hidratar con intensidad la piel aplicando cremas emolientes y calmantes, beber abundante agua, dar baños de agua fría o aplicar frío en la zona afectada y tomar sustancias antioxidantes que ayudan a la regeneración cutánea.
Si se aplica agua fría directamente del grifo hay que intentar que el chorro no incida directamente en la zona quemada, lo mejor es sumergir la zona o aplicar compresas de agua fría y esta aplicación deberá prolongarse hasta que, al retirarla no vuelva a aparecer dolor. También es importante recordar que en ningún caso hay que aplicar hielo directamente ya que puede producir una intensa vasoconstricción que podría agravar más la lesión.
Para la hidratación además lo mejor es usar productos específicos para después del sol, con activos calmantes y reparadores que intentan ayudar al cuerpo a reparar el daño. Otros consejos:
- Si existen sustancias contaminantes como arena de la playa es importante lavar la zona suavemente con agua y jabón para evitar un posible foco de infección.
- Si el paciente refiere dolor es aconsejable tomar acido acetilsalicílico, ibuprofeno o paracetamol.
- Si no hay ampollas en la piel hay que hidratar la zona con productos que contengan aloe vera, urea, centella asiática o pomadas de hidrocortisona.
- Si hay ampollas es importante evitar tratamientos oclusivos y no abrir nunca las ampollas, ya que puede haber riesgo de infección.
- Es importante evitar el uso de productos que contengan benzocaína o alcohol ya que pueden irritar la piel o producir alergia.
- Usar ropa holgada y cómoda que no roce la piel alterada.
- Evitar los baños largos y el agua caliente.
- Dejar a un lado los remedios caseros. En su lugar, escoger productos con indicación específica para acelerar la reparación de la piel.
- La rutina facial habitual debe esperar. Si la piel del rostro está alterada o enrojecida por el sol, hay que evitar activos cosméticos que pudieran resultar irritantes como los retinoides (antiedad) o el ácido kójico (despigmentante).
- Evitar exfoliar la piel hasta su completa recuperación.
- Ducha suave con agua fría. Elegir un gel sin sulfatos y extenderlo de forma suave con la mano, el motivo es que la fricción de una esponja puede irritarla más, y aclarar con agua fría.
- Cambiar la leche corporal por aftersun. Usarlo siempre después de la ducha durante el verano, aunque no se note la piel enrojecida, ya que contiene más activos antirradicales libres y calmantes que el body milk.
- Vitaminarse. Además de por fuera es importante cuidar la piel desde dentro, por ello, lo ideal es elegir batidos o zumos refrescantes a base de verduras y frutas frescas:
- Albaricoque y zanahoria: contienen caroteno, que protege del sol y potencia el bronceado.
- Mango: rico en antioxidantes, ayuda a prevenir el envejecimiento prematuro provocado por el sol.
- Soja: mantiene la piel sana gracias a su alto contenido de vitamina E.
- Verduras de hoja verde: mejoran la hidratación y elasticidad cutánea.
- Frutos secos y semillas: evitan la deshidratación y el envejecimiento prematuro.
Remedios caseros ¿sí o no?
Vinagre, aloe vera, pasta de dientes, leche, barro… son muchos los remedios caseros que hablan de posibles efectos beneficios en quemaduras solares pero ¿Qué hay de cierto en ello? ¿son todos recomendables? No todos son efectivos o recomendables, de hecho, de todos los que hay el más efectivo son las diluciones de vinagre en agua aplicadas en gasas o toallas empapadas ya que el vinagre es ácido acético, que tiene una función antibiótica y puede actuar evitando que una quemadura con ampollas se infecte.
En el caso del té verde, por su alto contenido en polifenoles hace que, aplicado en forma tópica, se reduzca el eritema, el número de células de quemadura y el daño del ADN, además de proteger a las células de Langerhans. Otra infusión beneficiosa es la manzanilla, empapando compresas frías con esta infusión ya que tiene propiedades calmantes, astringentes y antibacterianas.
La leche es otro de los remedios naturales que existen. En este caso, gracias a sus proteínas y al ácido láctico que contiene pueden ayudar a calmar la inflamación y favorece la renovación de las células.
Otros remedios caseros como la pasta de dientes, el barro o la mantequilla están totalmente desaconsejados. En el caso del dentífrico es porque al secarse, se endurece y la quemadura se reseca, cuando lo aconsejable es que la piel dañada esté muy bien hidratada.
En el caso del aloe vera, se ha visto que es antiinflamatorio, cicatrizante y emoliente y que se puede usar en el tratamiento de quemaduras solares, sin embargo, en ocasiones puede ser peligroso ya que las plantas con frecuencia contienen sustancias que pueden ser irritantes o en algunas personas dar reacciones alérgicas.
¿Cuándo se puede volver a tomar el sol?
El consejo de los expertos es no hacerlo durante unos días, ya que retrasa el proceso de regeneración e irrita e inflama más la piel. Y es que la zona quemada debería descansar unos días para que se pueda volver a tener una piel que cumpla sus funciones en esa zona.
Si se realizan actividades al aire libre el consejo es utilizar productos de protección solar alta y de amplio espectro, sin olvidar otras medidas de protección como el uso de gorro, gafas de sol y una indumentaria fresca que cubra las zonas sensibles. Para mantener la protección hay que repetir la aplicación con frecuencia y evitar las horas centrales del día.

