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El gran fracaso de Mónica García: el Estatuto Marco, completamente bloqueado

Los sindicatos médicos rechazan la última propuesta del Ministerio de Sanidad y convoca huelga indefinida desde enero de 2026.

Los sindicatos médicos rechazan la última propuesta del Ministerio de Sanidad y convoca huelga indefinida desde enero de 2026.
La ministra de Sanidad, Mónica García, durante la presentación de la última encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias. | EFE

El Ministerio de Sanidad de Mónica García no logra desbloquear la reforma del Estatuto Marco tras el rechazo frontal de la Confederación Española de Sindicatos Médicos (CESM) a su última propuesta. El sindicato la califica de "insuficiente, continuista y ajena a las necesidades reales del colectivo".

Además de mantener la huelga de cuatro días prevista para diciembre, los sindicatos anuncian una huelga indefinida a partir del 27 de enero de 2026, en una escalada que refleja la ruptura total del diálogo con el Gobierno.

Una propuesta sin respaldo profesional

CESM denuncia que el texto no corrige los problemas estructurales del Estatuto Marco y mantiene elementos "inaceptables", como la renuncia al Estatuto Propio. "No nos soluciona nada agrupar en un capítulo normas exclusivas del médico", afirma.

Mientras CESM señala retrocesos, el Ministerio de Sanidad sostiene que ha incorporado "todas las demandas dentro de su competencia". El contraste es evidente: un borrador que no convence a los profesionales y un Ministerio que asegura haber hecho todo lo posible.

Reuniones infinitas, avances invisibles

La ruptura llega tras meses de encuentros fallidos. CESM y el Sindicato Médico Andaluz (SMA) mantuvieron reuniones clave el 11 y 21 de noviembre ambas citas presididas por la ministra. El balance fue el mismo: "Sensación agridulce ante la falta de concreción".
Diálogo, sí; acuerdos, ninguno.

Los puntos esenciales siguen bloqueados: 35 horas reales, clasificación profesional justa, ámbito propio de negociación, voluntariedad y mejor retribución de guardias, y cómputo de guardias para la jubilación.

Mientras los médicos piden compromisos claros, el Ministerio repite que el texto "ha alcanzado el máximo desarrollo posible" dentro de una ley básica.
Una frase que, en la práctica, sirve para justificar por qué no se acepta ninguna de las reivindicaciones clave.


Lo que piden los médicos, lo que responde el Ministerio

La distancia entre las reivindicaciones médicas y las respuestas del Ministerio es tan grande que explica por sí sola el bloqueo actual. Los médicos exigen un estatuto propio, con ámbito de negociación específico y reconocimiento diferenciado para los MECES III. Sanidad responde que el Estatuto Marco no puede modificar el EBEP ni crear nuevos grupos retributivos, lo que frena cualquier avance.

En clasificación profesional, los facultativos denuncian que un médico con 360 créditos no puede equipararse a titulados de 240, pero el Ministerio insiste en que la reorganización MECES no tiene efectos salariales ni funcionales, dejando la petición sin impacto.

Respecto a las guardias, los médicos las consideran actividad extraordinaria que debe pagarse mejor y computar como jornada. Sanidad remite la cuestión a las CCAA y solo recuerda la jornada máxima de 45 horas, sin cambiar el modelo actual.

También critican la movilidad forzosa por "necesidades del servicio", que permite imponer traslados y jornadas. Los médicos piden eliminarla; el Ministerio solo propone acotarla, manteniendo el problema.

El régimen de incompatibilidades sigue intacto: la profesión lo considera un freno que agrava la fuga de talento; Sanidad lo defiende como garantía de dedicación.

En definitiva, las demandas clave chocan con un Ministerio que se escuda en límites competenciales, sin resolver los problemas que llevan años deteriorando la sanidad pública.

El relato del Ministerio: avances que nadie ve

Sanidad sostiene que el borrador incorpora "avances sustanciales", citando ajustes como limitar la jornada a 45 horas, modificar el modelo de guardias, ampliar medidas de conciliación, reorganizar plantillas, regular descansos, garantizar movilidad u ordenar la docencia e investigación.

Pero ninguno de estos cambios aborda las reivindicaciones centrales de los médicos, que siguen sin Estatuto propio, sin una clasificación profesional justa, sin voluntariedad real de las guardias y sin mejoras retributivas. CESM lo resume con una frase: "No podemos aceptar una norma que no mejora nuestras condiciones laborales y que perpetúa desigualdades."


Una negociación que ya no negocia

Las diferencias son tan profundas que ambas partes parecen hablar idiomas distintos. Para los sindicatos, cada propuesta del Ministerio se queda corta, llega tarde o va en sentido contrario. Para Sanidad, la norma "ha alcanzado su límite competencial" y el resto de demandas "no puede incluirse".

Es el retrato perfecto de la ineficacia política: muchas reuniones, muchas notas de prensa, cero resultados.

Cansancio profesional y una ministra cada vez más aislada

La crisis ya no enfrenta solo a médicos y Ministerio.
La sensación de hartazgo se extiende a todas las categorías profesionales y a los grandes sindicatos, que también rechazan el texto.

El liderazgo de Mónica García se debilita en el momento más crítico. Su incapacidad para transformar el diálogo en acuerdos, su falta de coordinación política y la desconexión con sus propios profesionales dibujan a una ministra aislada y superada por su propia reforma.


Un cierre inevitable: cuando la ministra médica olvida a sus propios colegas

La paradoja es evidente: Mónica García, médica de profesión, no ha logrado presentar un Estatuto Marco que convenza ni siquiera a quienes comparten su misma bata.

Mientras ella habla de "oportunidad histórica" y "diálogo técnico", los médicos, enfermeros y técnicos ven otra cosa:
un documento que no resuelve lo urgente, que no escucha lo esencial y que ha perdido toda credibilidad antes de nacer.

La huelga del 9 al 12 de diciembre ya no protesta solo contra un borrador:
protesta contra una forma de gobernar que ha convertido la negociación del Estatuto Marco en el símbolo más claro de la mala gestión de la ministra de Sanidad, Mónica García.

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