Tu pareja puede ser una IA
Las nuevas aplicaciones basadas en IA, como Replika, Anima o AI Girlfriend, están popularizando la figura del compañero sentimental virtual.
Tener una novia o un novio ya no es lo que era. Conocí a mi mujer Ana en la Feria de Abril de Sevilla, entre un tablao polvoriento, sevillanas y coches de caballos. Ahora, tu pareja puede ser una IA. Te comprende mejor que nadie, no se enfada, te entretiene y está siempre a tu lado. La tienes siempre en el bolsillo, cosa que habitualmente no pasa cuando tienes una pareja física.
La revolución digital no ha dejado ningún rincón de la experiencia humana sin transformar. Incluso las relaciones afectivas, que durante siglos se han fundamentado en el contacto físico, la convivencia y la interacción social, están empezando a experimentar una metamorfosis radical. En la era de la inteligencia artificial, ya no resulta extraño que una persona afirme mantener una relación sentimental con un sistema algorítmico. La pareja virtual ya no es cosa de ciencia ficción: es una realidad presente en la vida de miles de personas en todo el mundo.
Las nuevas aplicaciones basadas en IA, como Replika, Anima o AI Girlfriend, están popularizando la figura del compañero sentimental virtual. Estas plataformas utilizan sofisticados LLMs basados en modelos de deep learning con redes neuronales que permiten interactuar mediante conversaciones escritas, e incluso mensajes de voz y videollamadas animadas con avatares digitales personalizados. Y tienen una cualidad muy importante: aprenden del interlocutor, observando su forma de hablar, estilo de vida, reacciones y preferencias y hasta todas sus publicaciones e interacciones en sus redes sociales, desde que se dieron de alta en ellas. Así, adaptan su "personalidad" en función de esa información. Como en la vida misma, cuanto más se interactúa con una pareja virtual, más ajustada a nosotros es su respuesta emocional.
Esta capacidad de adaptación superior a la humana ha generado un fenómeno social que se podría calificar de, cuanto menos, preocupante. Según estudios recientes, al menos el 20% de las personas de entre 18 y 35 años han interactuado con una IA en forma de pareja sentimental. Pero el fenómeno no se limita a los más jóvenes: también se observa una adopción creciente entre personas mayores y de mediana edad. Las razones son diversas. Hay quien busca compañía, como resultado de esta sociedad de la individualidad que se va promoviendo desde las altas esferas; otras sienten curiosidad tecnológica y muchos de sus usuarios encuentran una sensación de comprensión y atención que no hallan en sus relaciones personales reales.
El atractivo de estas parejas artificiales radica en una promesa aparentemente irresistible: total disponibilidad, ausencia de conflictos, capacidad de escucha y atención sin interrupciones, en cualquier instante o ante cualquier suceso. La IA nunca juzga, nunca abandona, nunca pierde la paciencia. Acompaña al usuario desde su bolsillo, responde a cualquier hora y se adapta emocional y estéticamente a sus deseos. Es una relación diseñada a medida, sin los imprevistos de la vida real. Solo falta añadirle un nombre como "Metanet", "Singularity" o "TrueLove" y ya tenemos una escena típica de película de ciencia ficción. Solo que ahora ya es real.
Este fenómeno plantea interrogantes de grave relevancia. Los expertos en psicología y sociología advierten de riesgos enormes, entre ellos, la dependencia emocional hacia una entidad inexistente, el aislamiento social progresivo y la posibilidad de que los vínculos afectivos reales sean desplazados por una simulación diseñada para satisfacer necesidades superficiales, destruyendo la convivencia social. Además, el almacenamiento masivo de datos íntimos —emocionales, sentimentales y de la vida más privada— por parte de estas plataformas plantea graves cuestiones en materia de privacidad y uso comercial de la información. Profundizo sobre todo ello en mi último libro "Un mundo virtual", a modo de guía útil para comprender la que se avecina.
Una transformación social profunda terminará con una humanidad cada vez más conectada, pero a la vez más solitaria, más dependiente y con menos energía vital. Zombis reales entrelazados con avatares de superhéroes en el ciberespacio. Siempre digo que la tecnología per se es buena, como herramienta que nos ayuda a hacer mejor las cosas, pero que no todos captan bien la idea. La comodidad no es el fin de nuestra existencia, sino solo un estado transitorio. Las dificultades, especialmente las del mundo físico y real, son las que nos desarrollan como personas. Cada vez observo más personas que siguen la premisa del "no hacer" desde un enfoque equivocado. Falsos conversos al taoísmo que no saben ni donde están de pie.
La sociedad se va a transformar, eso es inevitable; en el corto plazo. Ya está ocurriendo, de hecho. Quienes conserven sus valores y su energía vital para luchar no contra la máquina sino contra los zombis adictos a ellas, tendrán la llave del futuro. ¿No le gustaría a usted ser uno de esos verdaderos héroes del mundo real? ¿O prefiere la comodidad de una pareja —o varias— diseñadas con IA?
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