La prueba de que el Banco de España no te va a respaldar si hay un corralito
La caída de la web del Banco de España revela las debilidades del sistema ante un escenario real de pánico financiero
El pasado 14 de noviembre, a las 12 en punto, el Banco de España abrió en su web la nueva tanda de entradas para las visitas guiadas a su sede en la calle Alcalá. Se pusieron a disposición 9.200 plazas gratuitas para el primer trimestre de 2026, que se agotaron rápidamente. La demanda fue tan intensa que la propia entidad reconoció "momentos de saturación en la web" y numerosas personas no pudieron completar su reserva. Yo, personalmente, medí la caída de la web completa del Banco de España en aproximadamente 35 minutos.
A primera vista, podría parecer un simple problema de éxito: demasiada gente interesada en un plan cultural atractivo y gratuito. Sin embargo, el episodio permite plantear una cuestión incómoda, mucho más profunda. Si la infraestructura tecnológica asociada a una operación menor, como la reserva de entradas, presenta saturaciones significativas en un intervalo tan breve y con un grupo muy reducido de españoles tratando de acceder a la web del Banco de España, ¿qué ocurriría en un escenario real de pánico financiero, con millones de personas intentando trasladar sus ahorros al mismo tiempo?
Este artículo utiliza ese episodio para reflexionar sobre la capacidad real del sistema para respaldar al pequeño ahorrador en un contexto extremo, como un "corralito" o la quiebra de una entidad financiera relevante.
Qué ocurrió con las entradas del Banco de España
El programa de puertas abiertas permite, por primera vez, que el público en general visite la sede histórica del Banco de España, en fines de semana y algunos días laborables, mediante reserva previa a través de su web y de la plataforma de entradas asociada.
La oleada de peticiones del 14 de noviembre concentró en pocos minutos a miles de usuarios intentando reservar hora para varios meses. El resultado era previsible desde un punto de vista técnico:
• Tráfico simultáneo muy superior al habitual.
• Saturación de la página, reconocida por la propia institución.
• Usuarios que reportan errores, imposibilidad de acceder a la web ni de finalizar el proceso y la necesidad de reintentar durante un tiempo prolongado.
Se trata, en esencia, de un "pico de demanda" relativamente sencillo de anticipar: la hora exacta era conocida, el aforo podía estimarse en virtud de la tanda anunciada previamente para 2025, el interés generado en medios y redes sociales podía medirse. La gestión de este tipo de picos es un problema clásico de dimensionamiento de sistemas y escalado en la nube. No requiere una tecnología especialmente sofisticada, sino planificación y pruebas de carga adecuadas. Y algo fundamental: que exista interés por estar preparado para ello.
Qué pasaría en un corralito o una crisis bancaria
Para valorar las implicaciones del episodio, es necesario recordar cómo funciona la protección formal del ahorrador en España. Cuando se habla de "corralito", se hace referencia a restricciones temporales impuestas por las autoridades que impiden o limitan la retirada libre de dinero para evitar una fuga masiva de depósitos que colapse el sistema bancario.
Por otra parte, según la Ley, los españoles disponemos del Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), que garantiza la recuperación de hasta 100.000 euros por titular y por entidad. Esta garantía se aplica a cuentas corrientes y de ahorro, depósitos a plazo y determinados instrumentos en valores. Su misión es asegurar que, si una entidad no puede devolver el dinero, sus clientes recuperen sus ahorros hasta ese límite, reforzando la confianza en el sistema financiero.
Sobre el papel, por tanto, existe un entramado normativo y operativo destinado a proteger al depositante y a garantizar la continuidad de los pagos incluso en situaciones tensas. El problema es que estas medidas pasan por el buen funcionamiento de la entidad matriz: el Banco de España. Y nadie ha experimentado una situación de estrés extremo del tipo "todos a la vez" hasta el momento.
El paralelismo entre las entradas y un episodio de pánico financiero
Aunque la reserva de entradas para una visita cultural no tiene la misma criticidad que los sistemas de pagos del Eurosistema, el episodio permite ilustrar algunas debilidades potenciales:
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Concentración temporal de la demanda: En un escenario de desconfianza financiera, la difusión de una noticia negativa o el anuncio de restricciones puede generar un comportamiento similar: millones de ciudadanos intentando simultáneamente transferir fondos o retirarlos en efectivo.
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Sistema orientado al día a día, no a un pico extremo de estrés: La experiencia evidencia que el sistema está dimensionado para un flujo normal de consultas y no para un pico extraordinario. No existe experiencia práctica reciente en Europa de un escenario en el que millones de depositantes reclamen al mismo tiempo su cobertura.
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Expectativas del ciudadano frente a las capacidades reales: Para el ciudadano, la web oficial del Banco de España representa una institución central y altamente profesionalizada. Que dicha web se venga abajo en una operación relativamente simple erosiona la confianza en que, en una situación mucho más compleja y tensa, los sistemas vayan a responder con solvencia.
Se tiende a interpretar el límite de 100.000 euros como una protección automática y absoluta, sin considerar que la materialización de esa garantía exige trámites administrativos, recursos legales, coordinación con las entidades y, por consiguiente, la capacidad tecnológica adecuada para procesar reclamaciones masivas. Y el incidente de las entradas deja claro que esa infraestructura no existe actualmente.
La "prueba de fuego" que todavía no se ha pasado
El incidente de las entradas pone de manifiesto varios elementos relevantes:
• Falta de cultura de pruebas de estrés visibles para el ciudadano: En el ámbito financiero se realizan pruebas de resistencia periódicas a bancos y sistemas, pero el público no suele percibir pruebas similares sobre la atención al cliente en crisis.
• Desfase entre la retórica de protección y la experiencia práctica: Los mensajes institucionales insisten en que los depósitos están garantizados y en que el sistema es sólido. Sin embargo, cuando una simple reserva cultural genera el caos, resulta legítimo que el ciudadano se pregunte qué ocurriría en una situación real de pánico.
• Ausencia de simulacros públicos: Mientras no existan ejercicios visibles que simulen la activación masiva del FGD, con tiempos de respuesta claros, la garantía es puro humo.
Entre la promesa política y la cruda realidad
El incidente de las entradas y la caída de la web del Banco de España no constituye prueba definitiva de que la institución no vaya a respaldar al ahorrador en un hipotético corralito. No obstante, sí sirve como recordatorio incómodo de que la confianza en el sistema financiero no descansa solo en normas y promesas, sino en algo mucho más prosaico: la capacidad real de los sistemas para funcionar cuando más falta hace.
La verdadera garantía no reside únicamente en la existencia de un Fondo de Garantía de Depósitos o en la pertenencia al Eurosistema, sino en que, llegado el momento, todos esos mecanismos puedan desplegarse con rapidez y fiabilidad, absorbiendo un volumen de peticiones que será, por definición, masivo. Hasta que eso no se demuestre con pruebas creíbles y visibles, el incidente de las entradas seguirá funcionando como una advertencia muy seria.
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