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El Palacio de Linares, una joya del XIX en pleno centro de Madrid

Un recorrido en detalle por los salones y rincones del Palacio de Linares, con fantasma incluido.

Es casi imposible atravesar la plaza de Cibeles, el centro turístico más emblemático de Madrid y no desviar la mirada hacia un edificio, aparentemente pequeño y poco conocido, que conserva en su interior uno de los palacios más bellos de la capital de España y es referencia obligada de la ciudad.

Sólo anotar algunos datos. El palacio de Linares es de estilo neobarroco, con una clara inspiración francesa, implícita en la decoración de su interior, que en su día perteneció a los Marqueses de Linares (de ahí su nombre) José de Murga y Raimunda de Osorio. Después de la Guerra Civil española estuvo muy cerca de ser derruido, aunque finalmente fue declarado Monumento Histórico en 1976, hasta que se convirtió desde el año 1989 en la Casa de América.

Atravesar la verja de la entrada, donde se lee 'Casa de América' en unas grandes letras doradas y alzar la vista hacia arriba para ver el escudo de armas en lo alto del edificio de blanca pared es un primer bocado de la belleza y solemnidad que se puede encontrar en el interior.

Descubrir los majestuosos salones de este edificio es viajar instantáneamente a un pasado no tan lejano en la historia madrileña y española. Un viaje que comienza por la entrada para carruajes, cuyo adoquinado original aún se conserva, continúa por su pasillo hasta descubrir la joya de la corona: su escalera monumental construida con mármol de Carrara, a la que no faltan motivos del teatro clásico, bronces franceses y motivos pompeyanos.

Una de las curiosidades del palacio de Linares fue el empeño del marqués y su mujer por dividir el edificio en dos partes: el marqués viviría en la planta baja y su mujer en el piso segundo.

Por citar algunas de sus salas. Abrir la puerta del salón de música es recibir un impacto de arte, luz y color que te deja en shock por unos segundos. La biblioteca, con su chimenea de nogal, aún mantiene los retratos de Quevedo, Garcilaso, Juan de Mariana o el gran Miguel de Cervantes. En sus paredes, una librería de madera guarda una serie de libros de temática y autoría variada.

Un detalle que siempre ha llamado la atención es su famosa casa de muñecas. Una edificación exterior, que estuvo pensada en su día a ser dedicada a un lugar de juegos para los niños. Al no tener los marqueses descendencia, sin embargo, sí consideraban que fuera importante disponer de un espacio para los niños de sus invitados.

De vuelta al interior del palacio, en el ascensor, subiendo del primer piso al segundo, al cerrar la puerta y enfrentarme al pequeño espacio del elevador me viene a la mente una imagen fugaz y borrosa del fantasma que, según la leyenda, habita el palacio de Linares. No es otro que el espectro de la pequeña Raimunda, una niña supuestamente fruto del amor incestuoso entre José y Raimunda, que fue emparedada o axifisiada en algún lugar escondido del palacio para ocultarla al mundo.

Como curiosidad, en el año 1981, cuando todavía permanecía cerrado al público, fue escenario del rodaje de la película Patrimonio Nacional, dirigida por Luis García Berlanga.

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