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La reinvención de Venecia

Tiziano, Tintoretto, Veronés, Jacopo Bassano, Giorgione o Lotto conforman la gran exposición del Museo Thyssen de cara al verano.

Giovanni Battista Moroni. El llamado maestro de Tiziano. 1575. | David Alonso Rincón

En el siglo XV, Venecia era una de las ciudades más importantes de Europa en el plano político, económico y urbanístico. Sin embargo, la llegada del Cinquecento trajo consigo el descubrimiento de nuevas rutas y la ruptura del comercio con Oriente, circunstancias que hicieron peligrar ese estatus. La ciudad de los canales supo esquivar la decadencia que planeaba sobre sí con una reflexión: "se convertiría en la ciudad más bella". Fue su despertar artístico. Venecia fue clave para que la pintura europea abrazase la modernidad. La despojó de su función esencialmente religiosa y cultural y la condujo al terreno puramente estético.

Retrato de un joven en su estudio, de Lotto (hacia 1528) | Gallerie dell' Accademia

Esa apuesta de la pintura veneciana por la belleza, con un ideal plenamente renacentista al mismo nivel que Roma, Parma o Florencia, es el argumento de la exposición que propone el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 24 de septiembre de 2017. "El Renacimiento en Venecia. Triunfo de la belleza y destrucción de la pintura" es una delicada selección de arte veneciano en su primer gran periodo de esplendor, con casi un centenar de obras de artistas como Tiziano, Tintoretto, Veronés, Jacopo Bassano, Giorgione o Lotto. "De esta Venecia salió todo lo que nos importa de la pintura de hoy. Es el germen", destacó Guillermo Solana, director del Museo, durante la presentación de la muestra.

La exploración de la idea belleza se expresa, en primer lugar, con una selección de pinturas de jóvenes melancólicos, que lidera Retrato de un joven en su estudio de Lorenzo Lotto; y continúa con la desarrollada en torno a la de la mujer, con el tipo iconográfico de bella de Sebastiano Del Pombo o Rapto de Europa de Veronés, un lienzo de gran tamaño (235x296 cm) que, por primera vez, se expone fuera de Italia. El recorrido avanza por las Magdalenas de Tiziano, a medio camino entre la belleza femenina y la pintura de devoción. Se dice que el maestro italiano murió abrazado a uno de estos lienzos. La búsqueda de la belleza alcanza el "brillo del poder", manifestado en los reflejos de las armaduras del los soldados, con Carpaccio como ejemplo capital; y finaliza con idealizadas escenas pastorales, como las que plasmó Bassano.

Escena pastoral, de Bassano (hacia 1568) | Museo Thyssen

Comisariada por Fernando Checa, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense, la exposición está compuesta por 88 piezas -entre pinturas, y algunas esculturas, grabados y libros-, procedentes de colecciones privadas y museos como la Galleria dell´Accademia de Venecia, el Museo Nacional del Prado de Madrid, la Fondazione Accademia Carrara de Bérgamo, el Palazzo Pitti de Florencia, el Kunsthistorisches Museum de Viena, la Galeria degli Uffizi de Florencia, la Biblioteca Nacional de España, el Musée du Louvre de París o la National Gallery de Londres.

La muestra termina con las obras referidas a la "destrucción de la pintura". El ocaso del Renacimiento llegó con la disputa entre el color y el dibujo. La técnica veneciana apostaba por los toques, los grandes trazos, las manchas en detrimento del dibujo, un estilo que despejó el camino a otros grandes maestros posteriores, como destacó Checa: "Estas manchas, borrones, fueron muy apreciados por Velázquez, Rubens, Rembrandt y hasta por el expresionismo abstracto del siglo XX. Hay una destrucción del espacio pictórico, con Bassano como preludio a Caravaggio o con el último Tizziano, con el Cristo Crucificado que encargó Felipe II para el Monasterio de San Lorenzo del Escorial como pieza culmen".

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