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'Vidas Pasadas', el nuevo romance que aspira a "película más bonita de la historia"

Vidas pasadas, ya en cines, cuenta la historia de dos amigos de la infancia que se reencuentran décadas después.

Vidas pasadas, ya en cines, cuenta la historia de dos amigos de la infancia que se reencuentran décadas después.
Vidas Pasadas. | Elástica Films

La etiqueta de "película más bonita de la Historia" es esquiva, aunque ahora le pertenece a Vidas Pasadas. La película de la coreana Celine Song, cuya sombra se proyecta para la futura ceremonia de los Oscar, se balancea entre la trilogía "Antes de..." de Richard Linklater sin tampoco ocultar demasiado su intención de apelar otra generación, posterior, la que se identificó con las problemáticas de otro romance frustrado como fue La La Land. Una doble faceta que se refleja también en su naturaleza de coproducción entre Estados Unidos y Corea del Sur: de los primeros parece tomar su aire cosmopolita (se trata, al fin y al cabo, de una producción "Indie" de la prestigiosa A24) y de los segundos, el tremendo autocontrol emocional que lleva a los protagonistas a mantener silencios que, más que incómodos, resultan intensos.

La película de Celine Song tarda en cobrar vida, pero es justo reconocer que lo logra. La directora utiliza la tecnología para ir creando un clima íntimo que cristaliza en su segunda mitad, regada de citas "reales" entre los dos amigos del pasado, consiguiendo superar la molesta impresión de trasplante de códigos entre cine oriental y el independiente americano que la caracteriza, adquiriendo una intensidad y emoción notables. Resultan excelentes, por ejemplo, las conversaciones privadas de Nora (Greta Lee) con su marido americano (John Magaro, que sabe otorgar dignidad al papel más complicado de los tres) y la que éste mantiene con su potencial competidor, Hae Sung (Yoo Teo), erigiéndose en momentos que refuerzan desde los márgenes la relación sentimental entre los dos protagonistas.

Se trata de logros que se sobreponen a una molesta frialdad en algunos pasajes y también a ciertos arrebatos autoconscientes en los que la película tiende a sobre explicarse, y que no se centran tanto, o tan solo, en la historia de amor frustrada como en la mochila vital (y las divergencias culturales) de los potenciales amantes. Al final, y aunque le cueste llegar a ese punto, Vidas pasadas sí logra construir esa gran capa de sentimientos diferentes en cada uno de los protagonistas, un hombre y una mujer que viven (y aquí está la tercera referencia que utiliza Song) su particular Lost in Translation.

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