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'How to have sex', la película sobre la escasa educación sexual de los británicos

How to have sex, estrenada en cines, narra la juerga interrumpida de tres chicas en Benidorm.

How to have sex, estrenada en cines, narra la juerga interrumpida de tres chicas en Benidorm.
How to have sex | Avalon

Hay películas cuyo compromiso con el realismo pide una línea de comentario distinta. How to have sex, relato de los días de juerga de tres turistas británicas en Benidorm, es una de ellas. Aunque la aventura de las tres adolescentes empieza como comedia apoyándose en el recuerdo de las famosas películas de juergas, utiliza cierto recurso al suspense y el thriller (incluyendo un flasback) y más tarde se desliza hacia el drama, el trabajo de la directora Molly Manning Walker tiene vocación de relato documental. Evidentemente hay un compromiso moral con sus imágenes (vistosas en su ánimo puramente materialista: Manning Walker fue directora de fotografía) pero prima la observación por encima de otros compromisos. El Premio Una Cierta Mirada recibido por la película en Cannes refuerza ese mismo pensamiento.

El orgiástico viaje de tres chicas tratando de dar el salto de la niñez a la vida adulta, y lo que después ocurre con ellas, se asoma al cine de terror psicológico en tanto sirve para analizar las diversas conductas, derivas e intereses de ellos y ellas, amigos y desconocidos, enfrentados todos a un mismo hecho, haciendo una crítica bien dirigida hacia todos. Manning Walker pierde, en ese compromiso con el realismo, la mano con el ritmo, que extirpa el "progresa adecuadamente" de la película si lo que exigimos son sorpresas convencionales, la tensión de un relato típico de un thriller. No lo es, con tres cuartos de hora de borrachera y discoteca que pueden desafiar la paciencia del espectador. Lo que sí consigue es desplazar el punto de vista de estas películas a un personaje habitualmente secundario en las mismas, tres chicas interpretadas con tal naturalidad por Mia McKenna-Bruce, Lara Peake y Enva Lewis a cuya labor no cabe crítica alguna.

En este juego de denuncia mezclado con lo superficial y lo sensacionalista se mueve How to have sex, una colección de momentos en ocasiones trenzados con torpeza pero que ciertamente pone al espectador frente a un espejo que puede ser complicado de asimilar. Esa era la intención, y eso es lo que consigue. Irregular y agotadora como película, su apuesta por la pura experiencia no extirpa cierta resignada ironía (la del título) que, y esto no sé si es bueno o malo, tampoco busca o provoca un particular escándalo sino una sensación de cotidianeidad incómoda. En el fondo, no deja de ser uan historia como tantas otras, y quizá este es el drama. Pero su franqueza, el entusiasmo de la realización y la labor de sus actrices obligan a reconocer la pertinencia de esta cansina noche de discoteca.

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