
Revelación, estrenada en Netflix, estimula y confunde a partes iguales. Al principio de la nueva película del surcoreano Yeon Sang-ho (Train to Busan, Peninsula) están sucediendo varias cosas a la vez. Que los avatares de un delincuente sexual, un pastor que cree en las revelaciones de Dios y una policía traumatizada van a unirse de alguna manera resulta obvio, un elemento retorcido casi intrínseco del cine surcoreano. El interés reside en cómo maneja el realizador un artificio que resulta natural, interesante.
También es cierto que la persecución a varias bandas se desdibuja psicológicamente en virtud de la acción, de tan interesante que resulta en algunos de sus extremos. El cómo un pastor no especialmente espabilado (Ruy Jun-yeol, The 8 Show) se transforma poco a poco en una figura delictiva digna de un cómic de Batman, erigiéndose bisagra de unión entre una joven policía y un delincuente que a su vez deviene tanto víctima como verdugo, es solo una de los dos o tres perspectivas con las que uno puede sentarse a disfrutar de la aventura urbana de culpa y redención. En el fondo, Revelación no se aleja demasiado de thrillers como Un ciudadano ejemplar, de F. Gary Gray, o por supuesto Seven, todavía referencia del género, de la que hereda un tejido urbano regado con una insistente lluvia.
Revelación aplica un esquema de culpa y responsabilidad a su trío protagonista, en el fondo bastante coral, aunque en última instancia la película se desdibuja a favor de la policía Shin Hyun-bin para, en efecto, proporcionar un desenlace policial trepidante. Por suerte, el film está bien rodado, aunque San-ho no invente la rueda en nada, mostrando mano segura en el cúmulo de acontecimientos que precipitan la acción. Demasiados, siempre y desde el principio, pero adornados con un buen plano secuencia en el que el director no trata de subrayar su virtuosismo (hablamos del clímax en el edificio en obras) y un equilibrismo más complicado todavía, el de recrear a un delincuente sexual que espolea un conflicto mayor entre los otros dos personajes.
Entretenida, artificiosa, retorcida, en última instancia superficial, Revelación es un verdadero lío que sin embargo nunca pierde la tensión porque nunca se detiene y porque, en el fondo y de alguna manera, tiene bien delineadas sus intenciones. Narrada con linealidad clara por un director capaz de dar dos o tres lecciones a homólogos norteamericanos, su gravedad religiosa sobre destino y elección, redención y culpa, no se desdibuja pese a fugas verdaderamente divertidas (en algún momento uno de los malos, el peor pero a la vez más trágico, grita "este barrio está lleno de tarados").

