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'Otro pequeño favor' es un elogio del disparate inferior a la primera parte

Se estrena en Prime Video Otro pequeño favor, donde se continúan las andanzas de Blake Lively y Anna Kendrick en Capri.

Otro pequeño favor | Prime Video

A la secuela Otro pequeño favor estrenada en Prime Video podemos compararla con El contable 2, ahora en cines: se trata de dos segundas partes, ambas tardías, de dos éxitos sorpresa prepandémicos, quizá de los pocos fuera del ámbito de las grandes franquicias cinematográficas y en ese abismo en peligro que podríamos denominar "producciones medias".

La comedia de enredo que Paul Feig puso al servicio de sus dos actrices, Blake Lively y Anna Kendrick, se apuntó en 2018 un tanto de crítica y público con un enrevesado misterio en el que, al tiempo que se complacía al sector comercial de público todavía interesado en un El diablo viste de Prada (o eso que ahora ya no se puede llamar "cine para chicas") con diálogos vertiginosos y clichés sobre femineidad, Feig y Lively se divertian con una parodia de los diferentes estereotipos de rubia y el melodrama clásico más folletinesco, sumando giros absolutamente innombrables y descarados en su parte final.

Pero, en efecto, Un pequeño favor y su tardía secuela, estrenada en Prime Video, son la definición pura de "chick flick", solo que tamizada esta vez para la audiencia de streaming de Puñales por la espalda. La secuela subraya ese componente "cozy crime" para plantear un misterio igualmente petardo, esta vez en decorado europeo, lo que en cierto modo enturbia el resultado en una secuela un poco inferior. Lo que Feig ha filmado, o quería filmar (aunque hay que llegar a la segunda y superior hora del film) es una telenovela ambientada en un mundo de influencers, true-crime y kitsch mediterráneo totalmente desorejado que destaca en los detalles interpretativos.

Es una pena que, como en tantas otras películas de Feig (en realidad, casi todas), Otro pequeño favor llegue al espectador un tanto pasada de duración. En su primera mitad, el film está plagado de personajes secundarios que se revelarán inoperantes para la trama y demasiada cháchara inútil destinada solo para los fans de la primera parte. En la segunda, una vez sucede el tardío crimen, Feig se deleita ofreciendo planos que devorar a una Blake Lively tratando de comprenderse a sí misma mientras atrae para sí al resto del reparto.

Otro pequeño favor es (otra) parodia de los clichés del melodrama clásico llevados a la comedia a través del enredo de telenovela. Lively lo comprende perfectamente, y va sintonizando diferentes emisoras grotescas para su pija norteamericana: de heroína de acción a diferentes psicopatologías, consciente de que todo esto es una suerte de novela por entregas autoconsciente. Es una pena que la película dependa tanto de su apariencia de cine de misterio a la moda, aspecto donde se revela totalmente banal, y descanse menos en la relación entre sus dos protagonistas, pero se las arregla para proporcionar dos horas de agradable descanso con algunos destellos de genio (el interrogatorio a Kendrick, su encuentro con la limpiadora, la aparición de Lively vestida de luto...).

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